La saludable dieta de la diputación

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La imagen trasnochada de una tonadillera por los suelos ha dado la vuelta al mundo esta semana igual que una noria de feria. Isabel Pantoja se desmayó en la puerta de los juzgados de Málaga al conocer la sentencia que la condenaba a 24 meses de prisión por su implicación en el caso Malaya. No irá a la cárcel. La Pantoja, en esta ocasión, no ha tenido el apoyo popular que recibió tras aquel desmayo que protagonizó el 27 de septiembre de 1984 cuando el féretro de su marido, el torero Paquirri, daba la vuelta al ruedo por última vez en la Maestranza de Sevilla. Una joven Isabel Pantoja, enlutada hasta los tuétanos, caía al suelo ahogada por la pena. Mucho ha llovido desde entonces y la protagonista de ‘Marinero de Luces’ ya no goza de aquel beneplácito nacional que se granjeó como consecuencia de una fatalidad que se pudo evitar. Su público también se ha hartado de ver como engordan los chorizos en este país. La vida de la Pantoja es un claro ejemplo de batacazo social por sus continuas meteduras de pata. Los resbalones de la Pantoja son como los patinazos del PSOE en la Diputación de Cádiz que, sin necesidad de entonar «mi pequeño del alma», pega unos cantazos que han obligado al difunto Cayetano del Toro a ponerse tapones. Los socialistas han protagonizado en el último mes un episodio digno de figurar en los anales de la extravagancia política. La portavoz del grupo, Irene García, lanzó un órdago al Gobierno provincial durante el pleno del pasado marzo en el que amenazó con abandonar el Salón Regio hasta que el PP no debatiera sobre un plan de empleo en la provincia. Desde luego, Irene García y sus once compañeros no calcularon bien las consecuencias de este farol. El equipo socialista abandonó entonces la sesión y renunció a volver a los plenos hasta que el equipo de gobierno depusiera su actitud. Algunos compañeros de Irene García, a la sazón secretaria provincial del PSOE, se mostraron en contra de esta iniciativa, pero había que acatar la disciplina de grupo. El esperpento tuvo lugar el pasado miércoles, cuando se celebró el pleno de abril y los doce diputados del PSOE ocuparon de nuevo sus sillas. No es para menos. El órdago de Irene García suponía perder la dieta que perciben por asistir una vez al mes a la sesión plenaria. Es una manutención muy saludable, baja en grasas, que, sin embargo, produce un efecto calórico en la cartera. Por cuatro horas de reunión se embolsan lo que un parado logra con la ayuda familiar. Algunos diputados del PP les han pedido que devuelvan la mitad del importe del pleno de marzo, del que se ausentaron a media mañana. Los socialistas gaditanos han perdido el rumbo y su estrategia para minar al PP en la Diputación hace aguas.