West digiere la catástrofe
La localidad texana sigue conmocionada por la explosión de una fábricaTodavía se desconoce el número de fallecidos y desaparecidos, mientras los heridos alcanzan los dos centenares
WEST (EE UU).Actualizado:La pequeña localidad de West, en Texas , se despertó ayer aún conmocionada por la explosión en la planta de fertilizantes que convirtió el pueblo en una zona catastrófica justo cuando se cumplen 20 años de la masacre de la secta de los davidianos ocurrida en Waco, a unos kilómetros de allí.
En el segundo día tras el trágico incidente aún son muchos los interrogantes que faltan por responder, y las autoridades ofrecen información con cuentagotas. A estas alturas no hay aún una cifra oficial de muertos, cuyo número estimado ronda la decena, según la policía, y podría ser de hasta 40, según el alcalde de West, Tommy Muska.
Tampoco existe un número claro de personas desaparecidas, algo que sorprende en una población de 2.800 habitantes en la que los vecinos aseguran ser como una gran familia. «Esta es una comunidad muy unida», dijo la doctora Gill Beatty, quien explicó que «todo el mundo conoce a alguien que está seriamente herido o ha muerto».
Prueba de ese apego fue la respuesta solidaria de los lugareños. Las donaciones de ropa, comida y productos de primera necesidad se multiplicaron en las horas siguientes al siniestro, hasta el punto de que se tuvieron que habilitar recintos en iglesias y colegios para dar cabida a tantos productos. En la iglesia First Assembly of God se acumulaban pañales, latas y bolsas de patatas fritas, aunque según confirmaron sus encargados a Efe, la demanda era escasa.
Muchos de los evacuados del área siniestrada encontraron cobijo en casas de amigos o parientes, por lo que los centros de acogida preparados para atenderles estuvieron muy tranquilos durante las horas posteriores a la deflagración que tuvo lugar el miércoles.
Por causas que aún se investigan, las instalaciones de la compañía West Fertilizer sufrieron un incendio que derivó en una explosión de gran magnitud que hizo temblar el suelo como un terremoto de 2,1 grados en la escala de Richter y cuya onda expansiva destrozó decenas de inmuebles, incluido un edificio de apartamentos. Horas después del suceso, que ha dejado casi dos centenares de heridos, el estado de Texas declaraba West zona catastrófica y la policía cerraba a cal y canto el acceso por carretera a gran parte de la localidad, tanto a los vecinos residentes como a la prensa, con la intención de evitar saqueos y agilizar las labores de búsqueda de víctimas.
Justo fuera del perímetro custodiado por las fuerzas del orden está la casa de los parientes de la doctora Beatty, desde la que se ve el área calcinada. El inmueble ha sufrido daños estructurales; «el techo se levantó», comentó la doctora que trabaja en el servicio de urgencias de un hospital en la próxima Waco y quien relató su experiencia en la noche de la explosión. «Mis suegros tienen su casa frente al edificio de apartamentos que saltó por los aires y nos llamaron esa noche avisando de que se iban de la vivienda porque había un incendio en la planta. Después sentimos la explosión, las paredes temblaron», comentó.
Beatty reside a 6 kilómetros del centro del desastre y, una vez que se supo que su familia estaba bien, cogió su equipo de primeros auxilios y se desplazó hasta allá. «Era surrealista, había humo, el cableado eléctrico estaba por los suelos, las casas estaban en llamas, había gente caminando por la calle que sangraba por la cabeza, por las extremidades», contó. Beatty fue una de las personas encargadas de coordinar la evacuación del centro de enfermos aledaño al siniestro y describió aquellos momentos como «muy caóticos».
El triste suceso ha puesto en el mapa a West, por cuyas calles se ven estos días más periodistas que residentes, tal y como ya pasara en 1993 con Waco, ciudad de mayor tamaño situada 30 kilómetros al sur, donde tal día como ayer murieron 81 personas pertenecientes a la secta de los davidianos, tras casi dos meses de sitio policial.