Todo Boston, escenario de una cacería policial
La búsqueda de los dos jóvenes identificados como autores del atentado del lunes dejó la ciudad incomunicada
BOSTON.Actualizado:«Te cogeremos», había prometido con rabia Barack Obama al reconfortar a las víctimas del maratón de Boston. El FBI no dejó piedra sobre piedra en su intento de cumplir la promesa. Boston era ayer una zona de guerra más real de lo que nunca hubiera anticipado una superproducción de Hollywood. Toda la ciudad y parte de los alrededores estaba en estado de sitio. El metro, los trenes de cercanías y hasta los taxis dejaron de funcionar. A los que estaban en casa se les ordenó encerrarse con llave y no abrir la puerta, pero algunos residentes de Watertown tuvieron que pasar la noche en la calle, porque la Policía no les dejó llegar hasta sus casas. Más de 9.000 agentes, muchos con armamento de combate, recorrían las calles de este lugar, en el oeste de Boston.
El sonido de los helicópteros en el silencio de la noche, las luces azules de las patrullas en la oscuridad y el tráfico de tanquetas militares pusieron la nota tétrica a la persecución que seguía de cerca la televisión. «No he podido dormir en toda la noche, esto es una locura», decía estresado Nashir Kaduk, un taxista que había decidido vencer el miedo. Los dos individuos, «armados y muy peligrosos», advirtió el FBI, que intentaban evadir el peso de la justicia acabaron por sembrar el terror con ayuda de la Policía, que les buscaba casa por casa.
No eran árabes ni neonazis, como muchos habían especulado. Los autores de los atentados del lunes, que dejaron tres muertos y 180 heridos, parecen ser dos hermanos chechenos afincados en EE UU, sin que nadie pueda dilucidar aún los motivos. «No tengo ni idea de lo que les ha podido pasar», dijo incrédula una de sus hermanas al diario 'Star Ledger'. «Dzhojar, si sigues con vida entrégate y pide perdón a las víctimas», ordenó desde un pueblo de Maryland Ruslan Tsarni, tío de los chicos. «Respeto a este país, lo amo. Esto no tiene nada que ver con Chechenia, es una vergüenza para toda la familia y para toda la etnia chechena».
La vida perdió sentido para ellos el lunes, cuando caminaron con calma entre la multitud de familias que se agolpaban cerca de la meta para saludar a los corredores. Había muchos niños, habitantes de Newtown, veteranos de Irak y Afganistán y extranjeros de 50 países, todos reunidos para saludar a los corredores que, en muchos casos, corrían por causas benéficas.
Según recogen las cámaras, Dzhojar, un estudiante de medicina de 19 años, y su hermano mayor Tamerlán Tsarnáev, de 26, caminaron con calma entre la multitud y colocaron dos bombas caseras que estallaron con mortal precisión. Al menos Dzhojar se quedó a una prudente distancia para contemplar la matanza antes de salir corriendo.
Tres días de investigación
El Gobierno de EE UU reaccionó con contundencia al primer atentado terrorista que se produce en suelo estadounidense desde el 11-S de 2001. Con todos los recursos de 16 agencias de inteligencia a su disposición, el FBI tardó menos de 48 horas en escanear miles de fotos y vídeos de la escena del crimen hasta aislar con claridad la imagen de los autores. Sin embargo, los softwares de reconocimiento facial no consiguieron asociarlos con nadie que existiese en sus bases de datos. Los autores estaban limpios.
Al tercer día, el fiscal general Eric Holder decidió compartir la información con el público. «Alguien ahí fuera conoce a estos individuos como sus amigos, colegas, compañeros de trabajo o familiares», sentenció el agente especial Richard DesLauriers al pedir la colaboración ciudadana.
Quienes esperaban ver a sospechosos con rasgos árabes se quedaron sorprendidos al ver a dos jóvenes caucásicos, con gorras de béisbol y un estilo de vestir muy americano. «Boston es una ciudad pequeña», dijo al ver las fotos Mark Selfrige, un vecino de la ciudad. «No tardarán en dar con ellos». Así fue. La centralita del FBI se vio desbordada con llamadas de quienes creían haberlos reconocido, pero no hizo falta darles seguimiento. Fueron los propios sospechosos los que perdieron los nervios al verse en todas las televisiones y se dieron a una desesperada fuga que no habían preparado.
Lo primero fue hacerse con dinero para la huida, como recogen las imágenes de un cajero en el que pararon. La verdadera alarma saltó media hora después, cuando dispararon a un policía del Instituto Tecnológico de Massachusetts que se encontraba dentro de su coche patrulla. Sean Collier, de 23 años, murió en el acto. «Tal vez creyeron que les había reconocido y se pusieron nerviosos», especulaba ayer el taxista. «No entiendo cómo se puede ser tan estúpido, cometer un atentado así y no preparar la fuga».
El siguiente paso fue robar un coche para cambiar de vehículo. Por suerte, media hora después liberaron a su propietario en una gasolinera. Poco después llevaban detrás una larga cola de coches policiales en una persecución de película a la que respondieron lanzando granadas por la ventanilla, dispuestos a morir con las botas puestas. Tamerlán, el mayor, cayó allí mismo y murió en un hospital de la zona al que fue trasladado tras recibir varios disparos y resultar herido por una explosión. Pero su hermano logró huir en el automóvil. La Policía se refirió a él como un hombre «armado y peligroso» y lo definió como «un terrorista que ha venido a matar gente». «Espero que le cojan vivo», confiaba el taxista, «esto tiene que estar financiado por alguna organización, y como le maten nunca nos enteraremos».
La ciudad de 625.000 habitantes, con un área metropolitana de dos millones, era ayer una población fantasma, con las calles desiertas y los ciudadanos pegados a la radio y a la televisión, a la espera de que acabase la cacería. La casa de la calle Norkfolk, en Cambridge, donde vivían los dos hermanos, había sido tomada por los artificieros, que detonaron de forma controlada un aparato explosivo hallado en su interior.
«Este chico obviamente quiere morir combatiendo», dijo la Policía. «Pueden estar seguros de que la Policía les va a dar la batalla».