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Aguas de Calatrava
Domecq demanda al arquitecto del vanguardista edificio de bodegas Ysios en La Rioja Alavesa porque sufre goteras
Actualizado: GuardarLas obras de Santiago Calatrava hacen agua. Demasiadas cosas que toca el afamado arquitecto acaban en gotera. Ahora le ha tocado el turno a las bodegas Ysios, cuyo espectacular edificio en Laguardia (La Rioja Alavesa) sufre humedades. Domecq, propiedad de Ysios, se ha hartado y ha llevado al arquitecto a los tribunales, a la vista de que las cubiertas de la bodega son un coladero por el que rezuma el agua. La empresa ha demandado a Calatrava en su doble condición de arquitecto y proyectista, así como a la firma que ejecutó la obra, Ferrovial, por dos millones de euros. La construcción se inauguró en 2001, lo que supuso todo un hito para los bodegueros, que se enorgullecían del «templo del vino» que se había erigido.
Llueve sobre mojado. No es la primera vez que el arquitecto es objeto de invectivas por los desperfectos que acaban aflorando en sus creaciones. Al Palau de les Arts de Valencia, también obra del diseñador afincado en Suiza, le han salido unas 'arrugas' o abombamientos que deslucen su fachada. Y eso que el alarife se embolsó 44 millones de euros. Algo parecido sucedió con el puente del río Nervión, un proyecto que modificó el Ayuntamiento de Bilbao ante las quejas de los ciudadanos, que denunciaron lo resbaladizo que se volvía el pavimento en días de lluvia. Contra todo pronóstico, el juez dio la razón a Calatrava y el Ayuntamiento tuvo que apoquinar 30.000 euros para mitigar los daños morales infligidos al proyectista, cuya obra se vio transformada al conectarla con una pasarela, obra de Arata Isozaki. El aeropuerto de Loiu es otro ejemplo de cómo la prevalencia de la estética en detrimento de lo funcional cuesta caro. Aena tuvo que cerrar la zona de llegadas y encargar la obra al propio Calatrava.
El edificio de Laguardia destaca en el paisaje por su estampa vanguardista, en la que la ondulación de sus tejados de aluminio contrasta con la sierra de Cantabria y el sinfín de viñas que pueblan el terreno. La sugerente cubierta adolece, sin embargo, de falta de firmeza, de manera que oscila con el viento y origina goteras. Las bodegas no han visto la manera de evitar el litigio y han tenido que recurrir a los tribunales porque tanto Calatrava como la empresa constructora «eludían sus responsabilidades».