«La rutina mató a Maiakovski», dice Juan Bonilla, que novela la vida del apóstol futurista
MADRID. Actualizado: GuardarInnovador, irreverente, combativo, incendiario, excesivo, apasionado, rompedor, ególatra, narcisista, iluminado, ingenuo o suicida. Los calificativos para el gran poeta Vladimir Maiakovski (1893-1930) podría encadenarse 'ad infinitum'. Su poesía fascinó a un adolescente Juan Bonilla (Jerez, 1966), que le dedica la cuarta de sus novelas. 'Prohibido entrar sin pantalones' (Seix Barral) es una libre recreación entre bizarra y gamberra de la atribulada vida de un creador singular, víctima de su propio genio a quien «la rutina condujo a un callejón sin salida y a pegarse un tiro».
Narra el ascenso y caída de una de las figuras más carismáticas de la vanguardia bolchevique que fue «utilizada por Lenin y talada por Stalin». Lenin acabaría apropiándose de su talento y pervirtiendo su singular y revulsivo genio al someterlo a espurios intereses políticos. Stalin laminándolo. Artista multidisciplinar mucho antes de que se inventara el concepto, pasó de ser un poeta radical a la contra a un reportero de Lenin. Le afearon los suyos el cambio de chaqueta y «se defendió diciendo que se había acabado la hora de la poesía y comenzaba la del periodismo». «Su pecado fue negarse a crecer, pensar que podría ser siempre adolescente y combatir sin desmayo a la rutina, su gran enemiga y la que le condujo al suicidio», plantea Bonilla.