En memoria
Actualizado: GuardarHace escasas fechas el Ayuntamiento y el pueblo de Vejer ofrecieron un emotivo homenaje a las personas asesinadas por ETA. Durante un sencillo acto, en el que se inauguraba una nueva plaza con el nombre de Víctimas del Terrorismo con el fin de honrar y mantener viva la memoria de aquellos que nos fueron arrebatados para siempre, pudimos escuchar las valientes palabras de Teresa Jiménez Becerril, admirar la entereza de la madre del concejal sevillano asesinado por la banda terrorista y emocionarnos con las lágrimas del hermano de Antonio Mateo, un vejeriego de 33 años al que acribillaron en Villafranca de Ordicia mientras paseaba tranquilamente con unos familiares. Sabemos el nombre del asesino que, cobardemente, se acercó por la espalda para disparar al joven cabo de la Guardia Civil, como también conocemos los nombres de los condenados por el asesinato de Alberto Jiménez Becerril y de su mujer, la gaditana Ascensión García, esos que, según ellos mismos declararon, celebraron la muerte de la pareja brindando con sidra. Muchos asesinos fueron identificados tras perpetrar los atentados terroristas, como los que arrebataron la vida al cabo de Espera, Antonio Ramos, o al algecireño de 24 años, José Gómez Martiñán. Pero todavía quedan cientos de crímenes de ETA sin resolver. Conocemos el nombre de todas las víctimas pero, en muchos casos, no podemos ponerle cara y nombre a sus asesinos. Es el caso, por ejemplo, del asesinato de Begoña, un bebé de 22 meses, la primera víctima de ETA, o el de otros atentados terroristas que sesgaron la vida de otros gaditanos. Todavía no conocemos las identidades de todos los implicados en el que fue el primer atentado contra un funcionario en Andalucía, el que costó la vida a un gaditano de adopción, el doctor Alfredo Suar, como tampoco se ha identificado a los responsables de la primera víctima andaluza del terrorismo etarra, el gaditano de Algodonales Mariano Román Madroñal. Posiblemente, Hortensia González y Antonio Ramírez formarían hoy una pareja preocupada por las cosas que nos quitan el sueño a todos, disfrutarían con sus aficiones, estarían pendientes de los estudios y vicisitudes de sus hijos o pasearían, en sus ratos libres o durante sus vacaciones, por las calles de San Roque o de Tarifa. Pero los asesinos no les dieron ninguna oportunidad para ello cuando los ametrallaron, con apenas 20 años, un día de Reyes. Según el Informe de la Fiscalía de la Audiencia Nacional sobre los crímenes de ETA para el Observatorio contra la Impunidad, cuatro de cada diez asesinatos están sin resolver. Realmente, el número es mayor porque el Informe, que cifra en 326 los asesinatos que han quedado impunes, se centra en los atentados cometidos a partir de 1978, en los asesinatos posteriores a la Ley de amnistía de 1977. Por eso, en ese informe, no están incluidas las muertes de Begoña o de nuestro paisano Mariano Román. Esta misma tarde, en el Congreso de los Diputados, se tratará un Proposición del Grupo Popular para defender la necesidad del esclarecimiento de todos y cada uno de los crímenes de ETA que están aún sin resolver y la necesidad de hacer todo lo posible por identificar a todos sus autores. Porque el poner nombre a los asesinos es un acto de justicia para todas las víctimas.