España busca asiento en la cima del poder mundial
Aspira junto a Turquía y Nueva Zelanda a una de las dos vacantes para 2015-2016 en el bloque de Europa Occidental El Gobierno se fija como uno de sus principales objetivos ocupar un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU
Actualizado: Guardar«Las grandes potencias te cortejan enormemente, te adulan para que apoyes lo que ellas quieren. Cualquier país que esté en el Consejo de Seguridad, por pequeño que sea, ve crecer allí enormemente su importancia». Con estas palabras define lo que supone formar parte del máximo órgano de decisión de Naciones Unidas Inocencio Arias, quien ejerció como embajador ante la ONU entre 1997 y 2003.
El Gobierno no oculta que lograr que España ocupe por quinta vez en su historia uno de los quince asientos que componen el Consejo de Seguridad es uno de los principales objetivos de su política exterior. Su oportunidad llegará en octubre de 2014, cuando la Asamblea General de Naciones Unidas vote quiénes ocuparán los dos puestos que quedarán vacantes para el denominado bloque de Europa Occidental, a las que además de España también aspiran Turquía y Nueva Zelanda.
El diplomático Juan Antonio Yáñez-Barnuevo representó a España en tres ocasiones ante el Consejo de Seguridad. La primera como secretario de la embajada en 1970 y las otras dos, entre 1993 y 1994 y 2004, ya al frente de la misión diplomática ante Naciones Unidas. Destaca que «para algunos este órgano es lo que más se asemeja a un gobierno mundial, aunque se encuentre muy lejos de serlo e incluso a veces parezca más un desgobierno». En cualquier caso «todos los países que quieran contar en la escena internacional deben estar ahí», resalta.
En un principio el camino hacia el Consejo de Seguridad se presumía sencillo para España, que presentó su candidatura ya en 2005, nada más terminar su anterior etapa como miembro no permanente. Todo estaba previsto para que fuera junto a Nueva Zelanda la única aspirante, pero la irrupción por sorpresa de Turquía dio al traste con las previsiones. Ankara, «hace diez o doce años, sería más fácil de batir pero han crecido enormemente en la escena internacional en la última década, no solo por la solidez de su gobierno sino por la posición geoestratégica que ocupa en una zona muy caliente en estos momentos», explica Arias. Y aunque Nueva Zelanda pueda parecer un rival pequeño, su frenética actividad en la ONU, la simpatía que goza entre los países pequeños y el hecho de carecer de enemigos la convierten en una formidable candidata. Ante estos contrincantes, y según valora Arias, «nuestras posibilidades son razonables aunque tenemos dos enemigos correosos».
Voto a voto
Convencer a los dos tercios necesarios de los 193 estados miembros de la Asamblea General de que apoyen a España se estima que costará en torno a los dos millones de dólares. Pese a lo que pueda parecer, en la ONU las alianzas no funcionan por ámbitos geográficos o de proximidad cultural, por lo que España no tiene de salida asegurado el respaldo de sus socios europeos ni tampoco el de Latinoamérica en una votación que es secreta y en la que «cada país mira por sí mismo», advierte Yáñez-Barnuevo.
«La campaña es trabajosa. Requiere de mucha gestión de nuestros mayores, presidente del Gobierno, ministros e incluso el Rey pidiendo el voto, muchos esfuerzos del embajador acunando a los que nos han prometido el voto o cultivando a los indecisos asistiendo a tropecientos cócteles, recordando sutilmente favores que España les has hecho», describe Arias, quien también añade que se necesitan «un cierto desembolso económico, viajes, asistencia a congresos a la pesca del voto, o desbloqueo de un crédito prometido a un país que remolonea».
Margallo, solo
Yáñez-Barnuevo, quien ejerció como secretario de Estado en el último Gobierno socialista, señala que la labor previa para acceder al Consejo de Seguridad se basa en una frenética actividad diplomática, no solo en Nueva York, sino a nivel mundial. Pero esta no es suficiente sin el apoyo decidido del Gobierno y en este caso, opina, al margen del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, los demás están dejando de lado este asunto. Más en concreto considera que el Ejecutivo de Mariano Rajoy «vive de las rentas de lo que hizo el anterior Gobierno en Naciones Unidas», pero «cada día que pasa el recuerdo de su labor se va diluyendo». Si la candidatura sale adelante significará un espaldarazo para España dentro de la escena internacional, pero de ocurrir lo contrario «supondrá un revés muy perjudicial en un momento en el que el Gobierno quiere lanzar la Marca España», concluye Yáñez-Barnuevo.
Arias valora que «a pesar de sus bondades no será una panacea para nosotros. Te da bastante más relevancia, considerable, eso sí». Pero también recuerda que sentarse en el Consejo de Seguridad conlleva obligaciones: «Te has de mojar, te has de significar, lo que puede crearte problemas incluso, a veces, internos. Si España no hubiera estado en el Consejo no nos habríamos significado en el tema de Irak, algo que influyó en el resultado electoral del 2004».