Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
La escritora cubana afincada en París, Zoe Valdés./ Efe
libros

Dora Maar en los infiernos de Picasso

Zoé Valdés recrea la tormentosa y tóxica pasión que unió a dos poderosos genios en 'La mujer que llora', novela que dio el premio Azorín a la narradora cubana

MIGUEL LORENCI
MADRIDActualizado:

Fue una muñeca rota, quebrada por genios como Picasso, Bataille o Lacan. Dora Maar (París, 1907-1997) estaba también dotada de una genial sensibilidad que le permitió ser uno de los puntales del surrealismo, pionera en la fotografía y musa de otros grandes creadores como Man Ray o Max Jacob. Pero hipotecó su vida y su talento al torbellino pasional de Pablo Ruiz Picasso. Una pasión tormentosa y tóxica que quebró su ánimo y su carrera con un descenso a los infiernos del que milagrosamente podría salir. Tras perder la cabeza y casi el alma, Dora Maar recuperó ambas y sobrevivió al genio que la arrastró a un abismal reino de sombras. Ese doloroso viaje de ida y vuelta a la locura es el que recrea la novela 'La mujer que llora' (Planeta) que ha dado a la escritora cubana Zoé Valdés (La Habana, 1959) el último premio Azorín y que llega a manos de lector ahora que se cumplen cuatro décadas de la muerte de Picasso.

Temía Zoé Valdés que un genio tan potente como el del artista malagueño acabara adueñándose de la narración. "Se quería comer al novela, no podía describirlo sin enamorarme de él y al final acabé reconciliada con la imponente figura de Picasso" admite la escritora que retrata a Picasso como un ser mezquino, cruel y egoísta y al borde del sadismo y la depredación sexual. Tuvo, con todo, que marcar límites estrictos para centrarse en la Dora Maar que conoció a Picasso con 24 años. "Es para mí una figura clave del siglo XX, junto a otras dos grande creadoras como la hispano-mexicana Remedios Varo, otro puntal del surrealismo, y la narradora Lydia Cabrera, la mejor escritora cubana, con permiso de Dulce María Loynaz" explica la escritora, autora de una veintena de novelas y varios poemarios y colecciones de cuentos.

Después de Picasso, Dios

"Me fascinó la obra de Dora Maar como fotógrafa y me pregunté qué encontró en Picasso", dice Valdés que ha colocado la espina dorsal de su novela en el viaje de apenas ocho días que Dora Maar hizo a Venecia en los cincuenta en compañía de dos amigos homosexuales -James Lord y Bernard Minoret- y en el que tomó la drástica decisión de apartarse del mundo. "En esa semana crucial debió pasar algo extraordinario que le hizo renunciar al mundo, las pasiones y el sexo y abrazar la religión" dice Valdés de esta mujer de enorme altura intelectual que llegó a afirmar que "después de Picasso, Dios". Durante un decenio Dora Maar fue "el soporte sentimental y la conciencia social de Picasso". Era treinta años mayor que ella y convivió con él cuando Picasso pintaba el 'Guernica', documentando fotográficamente el proceso de creación de uno de la grades icono de la historia del arte.

Se acusa a Picasso de la desgraciada vida de Dora Maar pero cree Zoé Valdés que el pintor "no la maltrató". "Picasso encontró en ella una mujer con quien dialogar a un gran nivel intelectual", pero el genio malagueño "huía de la fragilidad, de la enfermad y de la muerte. Fue el primero en percibir que se precipitaba hacia el abismo de la locura y se apartó". "Fue ella quien se deparó el peor de los tratos posibles" dice Valdés de una Dora Maar que con solo 34 años fue ingresada en una clínica psiquiátrica a la que le condujeron Picasso, su amigo Paul Éluard y el psiquiatra Jacques Lacan, quien la sometió a terribles sesiones de electrochoque.

Zoé Valdés ha reinventado el viaje pero ha tratado de ser fiel a la esencia de un genio como el de Dora Maar "al que la historia no ha hecho justicia". "Al recordarla como la amante de Picasso se ningunea su obra pictórica y fotográfica, ambas excepcionales" lamenta. "Abandonó la fotografía porque Picasso le pidió que volviera a la pintura, pero ella fue cómplice de la decisión de hacer del sufrimiento un arte" resume la escritora cubana. "Dora Maar nació surrealista. Mostraba siempre una gran exigencia y rigor, y eso hizo que su fotografía se caracterizara por su limpieza", explica Valdés, para quien conocer su obra es la mejor manera de acercarse a este genio prematuramente truncado que aborrecía ser recordada a través de escritores. "James Lord nos explica que tenía a los escritores por enorme traidores, de modo que la mejor manera de rescatar su memoria es a través del importante legado plástico".

Suicidio en vida

Estaba abocada al suicidio y son muchos quienes creen que optó por acabar con su vida, pero paradójicamente vivió hasta los noventa años y falleció de muerte natural, sobreviviendo a Picasso casi tres lustros. "Aislarse fue la manera de suicidarse de una mujer tan vita" resume Zoé Valdés, que tuvo ocasión de conocer a Dora Maar "muchos años después de que tomara la elegante y violenta opción de desaparecer, desconectarse del mundo.

El título de la novela alude al famoso cuadro cubista de Picasso sobre el desconsuelo de esta artista que fue también amante de George Bataille y Max Jacob y amiga de Breton y Cartier-Bresson, que le inicio en la fotografía.

Seis años ha necesitado Valdés para reconstruir aquellos extraños ocho días en Venecia que le sirven para reflexionar sobre el poder en las vanguardias, el sexo, el arte y sus servidumbres, y reflejar una época "que por desgracia está muy conectada con la situación actual". "Hay un punto en común con la bestialidad humana. No nos damos cuenta de que los errores se repiten", apunta la autora de novelas como 'Te di la vida entera', 'Lobas de mar' y 'La eternidad del instante'.

Una Zoé Valdés se mueve como pez en el agua en el mundo del arte, un ámbito en que había situado algunas de sus ficciones anteriores, como los relatos 'La cazadora de astros', un suerte de biografía de Remedios Varo, o 'Una novelista en el Museo del Louvre' en que homenajea a otro libro, 'Un novelista en el museo del Prado', de Manuel Mújica Láinez.