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Simpatizantes de Capriles aplauden al candidato opositor en un mitin celebrado en la localidad venezolana de Barquisimeto. :: R. ARBOLEDA / AFP
Decisión polémica El candidato favorito

Los peregrinos del voto

La colonia venezolana en Miami se ve obligada a recorrer cerca de 3.000 kilómetros para depositar su papeleta

MERCEDES GALLEGO ENVIADA ESPECIAL
MIAMI.Actualizado:

Les llaman los 'ninis'. Esos que no van a votar «ni por el gobierno ni por la oposición». En Miami pretenden combatirlos a fuerza de ejemplo. «Cuando vean lo que hacemos aquí los venezolanos con tal de votar les tiene que dar vergüenza tener el colegio electoral a dos cuadras y no ir», dice Luis Schilling. «La abstención es la que mata a la oposición».

Eso lo sabía muy bien Hugo Chávez cuando cerró el consulado de su país en Miami en enero del año pasado, en represalia por la expulsión de la cónsul María Carolina Norgaard, a raíz de que la cadena Univisión obtuviese grabaciones en las que discutía con iraníes y cubanos un ciberataque en plantas nucleares de EE UU. «Lo normal en esos casos es tomar una acción recíproca, como también hizo, pero no cerrar el consulado, porque con eso solo dañas a tu pueblo», explica José Hernández, que trabajó en ese consulado hace diez años, e incluso fue asesor presidencial del fallecido mandatario, antes de pasarse a la oposición. «Chávez decía que lo hacía para plantarle cara al imperio, pero nosotros no somos el imperio, sino el pueblo». Desde entonces los venezolanos de Florida tienen que recorrer 1.400 kilómetros durante 13 horas de carretera hasta el consulado más cercano, el de Nueva Orleans, ya sea para renovar el pasaporte o para inscribir una partida de nacimiento, pero sobre todo, para votar. Por eso todos creen que la verdadera intención del líder fallecido, que entonces preparaba las elecciones de octubre, fue desalentar el voto de los cerca de cien mil venezolanos que viven en Florida, la mitad de todos los que viven en EE UU. Los cerca de 40.000 votantes censados suponen la mayor bolsa electoral en el extranjero, seguida de España y, a mucha distancia, Colombia. Y como el 99% vota por la oposición, Chávez no tenía nada que perder, y sí mucho que ganar, poniéndoselo difícil.

Con todo, son muchos los que se niegan a darle esa satisfacción póstuma. En concreto, los 8.375 que votaron en las elecciones de octubre, y que hoy volverán a descender sobre la cuna del jazz en avión, autobús, coche, furgonetas y hasta caravanas, dispuestos a sacarle los colores a esos 'ninis' que en su país se quedan en casa.

Schilling, propietario del restaurante El Arepazo, que hace de verdadera embajada venezolana de la zona, no podrá votar ni en Nueva Orleans. El consulado nunca cursó su cambio de dirección pero piensa expiar su pecado pagándole el viaje a 55 compatriotas para que sufraguen por él con creces. O sea, un autobús completo, y no es el único. La consigna es que todo el que no pueda ir a votar le financie el viaje a otro venezolano que no pueda costeárselo.

Visto desde fuera, los 75 dólares (57 euros) por persona parecen lo de menos. Lo de más son las 26 horas de autobús, entre ida y vuelta, que se llevarán en el cuerpo, sin tiempo siquiera para hacer noche, como hicieran en octubre, porque con el festival de jazz a la vuelta de la esquina los hoteles de Nueva Orleans están copados y por las nubes. Así que se recomienda a los peregrinos del voto llevar ropa cómoda y de abrigo para el aire acondicionado, bocadillos, una manta y una almohada, ya que tocará pasar dos noches seguidas en el autobús. Los más afortunados salieron en coche el viernes, pero los sufridos ocupantes de los autocares, ayer por la noche. El tiempo justo de llegar a Nueva Orleans por la mañana, hacer cola para votar, almorzar y emprender el viaje de vuelta. El objetivo es llegar a Miami a las 6 de la mañana del lunes para darse una ducha e irse directamente al trabajo.

«En los Estados Esclavos de América nadie te va a dar el día libre para ir a votar, como no sea que trabajes para una empresa venezolana, así que el que no vaya a trabajar, no cobra», explica Shilling. Y en contra de las presunciones, la mayoría de los venezolanos de Miami dispuestos a hacer el pino por votar contra el chavismo, no son ricos. Los que lo son pagarán entre 615 y 855 dólares (470 y 653 euros) para volar en uno de esos aviones chárter fletados por la organización Aerovotar, con nombres como Democracia, Justicia, Unión, Libertad o Seguridad. Los valores que claman añorar dentro de Venezuela. Los más afortunados pagarán solo 345 gracias al subsidio de la Fundación Venevox creada para la causa, pero de esas plazas el viernes no quedaba ya ninguna.

Pantallas gigantes

Sobraban, eso sí, de las que había pactado la agencia de viajes de Doral Travel con destino a Caracas, para que los que no estuvieran registrados en el consulado de Nueva Orleans no perdieran la oportunidad de pronunciarse en un voto histórico con el que llevan años soñando. En comparación, los 680 dólares (496 euros) de ese vuelo son una ganga, pero el miedo ha podido más que el fervor democrático. Después de años escuchando a los venezolanos rezar por la muerte de Chávez para que se produjese un cambio, Mónica Rodríguez no daba crédito de la poca acogida que ha tenido su iniciativa. Horas antes de la partida solo se habían vendido tres billetes. «Muchos tienen miedo a volver a Venezuela, particularmente en este momento, porque corre el rumor de que si pasa algo después de las elecciones van a cerrar el aeropuerto y no van a poder volver a casa».

La casa, para Mario Antonio Di Giovanni, siempre estará en Venezuela. Al menos eso dice hoy el estudiante de Finanzas de 24 años que creó con cinco amigos la Fundación 'Voto Donde Sea', que organiza una comitiva de 55 autobuses, con 300 voluntarios que contestan el teléfono, coordinan los autocares, venden los billetes, recogen donaciones y organizarán hoy en Nueva Orleans las interminables colas, sin perder de vista las mesas en las que ejercerán de observadores. El consulado ha tenido que trasladar el centro de votaciones hasta un parque de las afueras donde recibir a las masas y ofrecer aparcamiento a tantos coches y autobuses sin colapsar la ciudad.

Entre ellos estará Hernández, que diez años después de trabajar para Chávez es jefe del Comando Simón Bolívar que busca el voto para el candidato de la oposición, Henrique Capriles. No ha sido fácil convencer a sus paisanos de que repitieran la epopeya apenas siete meses después, pero a estas alturas está convencido de que superarán la participación de octubre. «Hace 20 días la gente decía, 'qué fastidio, ¡otra vez a pegarse 14 horas de autobús!', pero luego cuando han empezado a seguir la campaña se han emocionado», asegura.

Con diez puntos por debajo de Maduro en las encuestas, sería un milagro que los diez mil votos de Nueva Orleans cambiaran el resultado, pero si en alguna parte del mundo se tiene conciencia de la importancia de cada papeleta es en el Estado que le arrebató a Al Gore la presidencia por 538 votos. De lo que no hay duda es que todos los votos de Nueva Orleans serán para Capriles, por mucho que Hernández diga que no se le pregunta a nadie su preferencia para subir al autobús. En las últimas elecciones Chávez solo sacó en esta comunidad 51 apoyos. Eso demuestra que hay algún chavista en Miami que no se atreve a confesarlo, como nadie se atreve a entrar en El Arepazo con una camiseta roja.

Hoy Schilling cerrará la gasolinera que hace de umbral al restaurante, acordonará el aparcamiento e instalará pantallas gigantes para que la multitud pueda seguir los resultados a ritmo de conga. La esperanza es lo último que se pierde, así que el restaurantero está convencido de que «el cambio radical va a venir a Venezuela con estas elecciones». Gane o pierda su candidato. «La gente no lo aguanta más», dice con gravedad. Los fantasmas del golpe también rondan Miami.

personas se desplazarán hasta el consulado de Nueva Orleans (a 1.400 kilómetros) para votar.