Tapa de escrache y media de 'fracking'

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El olor del cazón de la freiduría del Veedor se cuela por todos los rincones de San Antonio a mediodía. A esto le llamo yo un escrache en toda regla y no al lío que ha montado la Ada Colau, que se ha ‘colao’ cuatro pueblos con su cruzada popular contra los desahucios. Lo que parecía un movimiento social por la dignidad de quienes pierden su vivienda ha terminado, igual que el famoso 15-M, como un ritual de venganza política jaleada por los antisistemas que aprovechan la mínima para practicar su particular acoso y derribo. Colau tiene que comer una ‘rebaná’ de pan de miga del horno de la Gloria para saber lo que es una manifestación, pero de los cinco sentidos, y escuchar por las mañanas los tanguillos de Mariana Cornejo, echándole alegría y arte a la vida para combatir las penas. No es fácil sonreír en una provincia con el 40% de tasa de paro, pero no queda más remedio que tirar para adelante con respeto. Colau se olvida con sus acciones que donde empieza la violencia física o verbal de unos acaba la libertad de otros. Además, me parece un insulto a la Lengua Española utilizar americanismos para definir lo que en castellano significa «dar el follón en casa de otro». Somos muy dados a importar palabras y acronismos. Ahora nos ha dado por el escrache y el ‘fracking’, mientras que algunos gestores te envían un correo electrónico con la acotación: FYI o ASAP. Toma ya. En tres o cuatro letras reducen la frase ‘For You Information’ o ‘As Soon As Possible’. Tan difícil es decir: «para tu información» o «lo antes posible». Estos cursis de los despachos no conocen las empanadas de hojaldre ni los roscos de vino de Antonia Butrón. Estoy seguro de que si probaran un bocado olvidaban el poco inglés que saben. Pero vuelvo a Colau, que quiere ser la heroína española de los miserables. Entiendo que su revuelta nacional se le ha ido de las manos. Nada tiene que ver con aquella acción pacífica que llevaron a cabo los argentinos a finales de los noventa contra algunos de los militares de la dictadura que fueron procesados y absueltos de sus fechorías. Este es el origen de lo que conocemos como escrache. Es un americanismo que viene de escrachar, es decir, dejar en evidencia a alguien y que los argentinos, tan dados a la fanfarria y a los eslóganes coreados, utilizaron en su momento como manifestación popular de denuncia contra una persona pública. No es el único vocablo extranjero que se ha puesto de moda en nuestro país. El último que se ha ‘colau’ en nuestros hogares es el ‘fracking’. Toda la vida hablando de romper, destruir, cascar, partir, quebrar, desbaratar, fracturar….. y viene uno y te dice que perforar el suelo para encontrar gas se llama ahora ‘fracking’. Me recuerda a esa generación de la posguerra que creció con las películas en blanco y negro y cuando llegó la transición tuvieron que hacer un ejercicio gutural para pronunciar film. El ‘fracking’ es otro americanismo, como Mcdonald’s o el Burguer King, que define una técnica mediante la cual se taladra a presión el suelo en zonas con capas hidráulicas para localizar gas. Vamos, lo que viene a ser un sonoro pedo. Todo apunta a que la hostelería gaditana, con tanto ‘fracking’ y tanto escrache, elabore para el verano un frito variado con estos nombres.