Alerta máxima ante la visita de Kerry a Seúl
El secretario de Estado norteamericano llega a Corea del Sur bajo la advertencia del inminente ensayo balístico de Pyongyang
Actualizado:En la primera escala de su gira de diez días por Asia, al secretario de Estado norteamericano, John Kerry, le aguarda hoy en Seúl una salva de bienvenida muy especial: los misiles que el régimen dirigido por Kim Jong-un podría disparar de forma inminente, según sospecha Corea del Sur. La escalada militar de Pyongyang es el principal asunto que Kerry tiene previsto discutir con el ministro de Exteriores surcoreano, Yun Byung-se, con quien ya se reunió la semana pasada en Washington para reafirmarle su alianza estratégica. «En la agenda figuran los temas relacionados con la seguridad en la península coreana y cómo superar las amenazas del Norte e impedir sus provocaciones», anunció ayer el portavoz de Exteriores, Cho Tai-young.
Antes de viajar a China y Japón, Kerry llega a Corea del Sur en medio de la peor crisis de los últimos tiempos y con el régimen de Kim Jong-un entregado a un torrente de desafíos casi diarios. Como respuesta a las sanciones contra su ensayo nuclear de febrero, Pyongyang ha declarado el estado de guerra, retirado a los trabajadores norcoreanos de un polígono industrial gestionado por empresas del Sur, recomendado a los extranjeros que se marchen de Seúl por riesgo de guerra y, finalmente, desplegado un par de misiles de alcance medio en su costa oriental.
Continuando con su retórica belicista, el régimen del joven Kim advirtió ayer de que «la guerra puede estallar en cualquier momento y lo que queda por hacer es castigar sin piedad a los enemigos». Aunque parezca una delirante contradicción, así lo avisó en un comunicado el Comité para la Reunificación Pacífica de la Patria. Y para despistar a los servicios de Inteligencia de Seúl y la CIA, el Ejército norcoreano está moviendo por su costa oriental dos misiles y cuatro o cinco plataformas móviles que podrían ser sus rampas de lanzamiento, según informa la agencia Yonhap. Con el fin de agotar la paciencia del Sur, el régimen estalinista de Pyongyang ha sacado y vuelto a meter en un hangar de la ciudad portuaria de Wonsan los dos misiles Musudan de alcance medio que había trasladado en tren a la costa este de Corea del Norte.
Ayuda humanitaria
En teoría, dichos misiles tienen capacidad para volar 3.500 kilómetros, lo que pone a tiro Japón y la base estadounidense en la isla de Guam, en el Pacífico. Pero todo indica que Corea del Norte no los disparará para atacar al Sur y sus aliados, sino a modo de ensayo balístico para reforzar a Kim Jong-un y celebrar el lunes el aniversario de su abuelo y fundador del país, Kim Il-sung. Aunque el ambiente que se respira en Seúl es de absoluta normalidad, el Ejército surcoreano y los 28.500 soldados estadounidenses acantonados en el país desde el final de la guerra han aumentado el estado de alerta hasta el nivel 'Watchcon 2'.
La tensión creciente tampoco le ha impedido a Corea del Sur enviar al Norte una partida de ayuda humanitaria. En concreto, se trata de medicinas contra la tuberculosis por valor de casi medio millón de euros que han sido donadas por una organización humanitaria, Eugene Bell, y transportadas en barco desde el puerto chino de Dalian hasta la ciudad norcoreana de Nampo.