'Merchandising' antiterrorista
Cajas de cerillas, bolígrafos, abrebotellas y chapas. Así quiere cazar Washington a los más buscados en medio mundo con 'Recompensa para la Justicia'
MADRID Actualizado:Los rostros de los terroristas más buscados no solo están en los carteles, sino también en cajas de cerrillas, bolígrafos y abrebotellas que se se venden en EE UU. Junto a los rostros llevarán impresas las recompensas, que en algunos llegan a los 30 millones de dólares. De acuerdo con el cliché del Lejano Oeste , el programa 'Recompensa para la justicia' del Departamento de Estado busca desde 1984 reunir en los puntos más calientes del planeta información que permita capturar a decenas de individuos que supuestamente amenazan a Estados Unidos.
A través de sus embajadas y oficinas consulares, agentes del servicio de seguridad diplomática de Estados Unidos distribuyen en las calles y espacios públicos de Pakistán, Afganistán, Filipinas, Yemen, Irak y algunos países africanos cartelitos, bolígrafos, cajas de cerillas y abrebotellas con fotos y mensajes en urdu, dari, tagalog, árabe, inglés o francés en los que se invita a cualquier informante a llamar a un número telefónico de emergencia.
El programa, iniciado tras la conmoción de los atentados antiestadounidenses de 1983 en Beirut y Kuwait, ha costado hasta ahora 125 millones de dólares en recompensas entregadas a 80 informantes, que permitieron detener o matar a decenas de "terroristas", explica el director adjunto del servicio de Seguridad Diplomática, Kurt Rice.
"Este programa es bastante simple: salva vidas" al impedir actos terroristas, se jacta Rice, quien asegura que "el objetivo principal es llevar a los acusados ante la justicia". La lista negra incluye actualmente 53 nombres. La encabeza el jefe de Al Qaida, Ayman al-Zawahiri. Se ofrecen hasta 25 millones de dólares por información que conduzca a su detención. El egipcio, que reemplazó a Osama bin Laden -también buscado por la Seguridad Diplomática antes de ser abatido en mayo de 2011-, es buscado por su responsabilidad en los atentados contra las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania en 1998. Otro de los incluidos en la lista, llegado estas últimas semanas, es un estadounidense de Alabama, Omar Hammami, convertido en dirigente islamista en Somalia, y que hoy se dice, en Twitter y YouTube, amenazado por las milicias Shebab, de las que llegó a ser miembro.
Washington continúa buscando información sobre casos considerados casi secretos, como el atentado contra los marines en Beirut en 1983 y contra el avión sobre Lockerbie (Escocia) en 1988. A pesar de que la palabra clave de los agentes secretos de la Seguridad Diplomática es, por supuesto, la "confidencialidad", se enorgullecen de una de sus capturas más importantes, la de Ramzi Yussef, uno de los autores del primer atentado contra el World Trade Center en 1993.Yussef fue detenido en 1995 por los servicios de espionaje paquistaníes y estadounidenses, gracias a una información decisiva transmitida a la embajada estadounidense en Islamabad por un misterioso informante que recogió una caja de cerillas con la imagen de Yussef.
Y la incitación a hablar puede dar grandes frutos. Tras meses de negociaciones en el seno de la administración estadounidense, se le entregó una recompensa a quien permitió la eliminación de los hijos de Sadam Husein, Uday y Qusai Husein, durante una incursión norteamericana en Mosul (Irak) en julio de 2003. Rice admite que los informantes súbitamente enriquecidos "evidentemente se convierten en objetivos en cualquier parte del mundo donde se encuentren". Washington no está en condiciones de ofrecerles "protección física" de por vida, pero puede ayudarlos a rehacer sus vidas, a veces en Estados Unidos y bajo otra identidad.