Falete for president
Actualizado: GuardarNunca he sabido distinguir al líder supremo de Corea del Norte del cantante de 'Gangnam style'. Los dos me parecen un par de lechoncillos 'jartos' de leche. Eso sí, como a Kim Jong-Un le de por tirarnos una ojiva nuclear en Rota vamos a aprender a diferenciarlo en un cuarto de nanosegundo.
¿Cómo es posible que este friki absoluto, que sería el imán de collejas de cualquier instituto gaditano, sea capaz de amenazar al mundo con un ataque nuclear? ¿Cómo es posible que 25 millones de coreanos sigan a un gordito de 29 años, forofo de la NBA, aficionado a los NiKES y fan de Keanu Reeves y Matrix?
Me da la respuesta un libro que me regaló un amigo, 'Tratado de política experimental' del Conde de Romanones, político decimonónico famoso por sus máximas. «Cuatro reglas de la política: suma cuanto puedas, resta lo menos posible, multiplica con cuidado y divide al adversario hasta hacerlo polvo».
En su libro dedica un capítulo entero a comparar el toreo con la política española. «Más fácilmente se conduce a una pareja de bueyes, se conduce a un pueblo». «Prueba irrecusable de que somos una manada de borregos es la facilidad con la que se nos conduce a la guerra».
Tomando el ejemplo español que nos coge más cerca podemos entender el grado de sumisión del pueblo coreano. Tenemos al gobierno andaluz ere que ere, se han repartido del fondo de reptiles y hasta la piel de los cocodrilos, y los seguimos votando. Tenemos a los catalanes con el escándalo de los Pujol y las ITV, y los seguimos votando. Tenemos el escándalo de la Gürtel y Bárcenas, y los seguimos votando. Aquí como en Corea y en cualquier parte los políticos pueden hacer lo que quieran en la seguridad de que seguirán ahí. Estoy seguro de que si presentásemos a las elecciones a Falete vestido de legionario por uno de los partidos mayoritarios, el PP o el PSOE, salía de presidente.
También decía nuestro Romanones que somos bueyes, pero que «¡ay del conductor si los bueyes recuerdan que fueron toros». Pues eso, que con la que esta cayendo ya va siendo tiempo de recordar que somos toros. O eso, o que Kim Jong Un nos tire el misil nuclear ya, pero ya, ya. Y a ser preferible que caiga en el Palacio de San Telmo, en el Congreso de los Diputados o en los dos sitios a la vez. Los coreanos van aviados y, nosotros, también.