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Cristina, con el agua al cuello

La deficiente gestión de las inundaciones que han costado la vida a 58 personas en Argentina pasan factura a la presidenta

BUENOS AIRES. Actualizado: Guardar
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Aun los dirigentes políticos con mejor imagen de Argentina debieron poner las barbas en remojo esta semana y escuchar de cerca toda clase de insultos y airadas quejas de vecinos damnificados por un temporal de lluvia que dejó, en dos días, 58 muertos en la ciudad de Buenos Aires y en la de La Plata, a 50 kilómetros. «Hay que hacer obras, dejen de robarle a la gente», le disparó uno de los vecinos al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, que con gesto atribulado caminaba por las calles anegadas de La Plata, capital provincial, junto a la ministra de Desarrollo Social nacional, Alicia Kirchner.

Es tan grande el hastío y la indignación de quienes padecen periódicamente el impacto de las lluvias que los funcionarios se deshacían en promesas. Pero los ciudadanos ya rechazan al Estado proveedor y magnánimo y exigen un Estado previsor, capaz de operar con eficiencia para evitar las catástrofes. Los daños provocados por las inundaciones han sido cuantiosos, y el balance de víctimas aún se encuentra pendiente del paradero de unos veinte desaparecidos.

La experiencia de la presidenta, Cristina Fernández, que también recorrió las arterias desoladas de La Plata, no fue mejor. Se le recriminó la falta de obras y de diálogo con las distintas jurisdicciones para avanzar en lo que se refiere a la prevención. La víspera, Cristina había ignorado la tempestad que cayó sobre la ciudad de Buenos Aires, gobernada por su rival político Mauricio Macri.

Lejos de capitalizar esos rechazos, a Macri tampoco le fue bien. Estaba en el norte de Brasil cuando la tormenta hacía estragos en su ciudad y debió soportar las recriminaciones. A su regreso, justificó su ausencia en la necesidad de descansar junto a su familia. «Soy un ser humano», avisó. Su Gobierno estaba huérfano de primeras líneas. Su jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, había volado a Turquía y volvió tres días después de la lluvia fatal. Algunos de sus jefes de departamento, como el de Desarrollo Urbano -nada menos- ni siquiera se han reportado todavía. Y lo mismo ocurre con legisladores de su partido.

Negligencias y despidos

En La Plata, el alcalde, Pablo Bruera, también se encontraba en Brasil y como no regresaba sus colaboradores trataron de cubrirlo enviando un 'tuit' con foto que lo mostraba recorriendo las zonas afectadas de su ciudad desde el primer día. A su regreso y ante el escándalo por la burda mentira, el alcalde, que ahora debe dar explicaciones por obras hidráulicas que no hizo, despidió a su colaborador del equipo de prensa.

Sin duda, la falta de obras de infraestructura para prevenir inundaciones, la ausencia de alertas y de planes de contingencia, los fallos en la distribución de la ayuda posterior al desastre y las sempiternas promesas de un futuro menos trágico tendrán su costo político y hasta podrían frustrar las aspiraciones de muchos.

Tanto Scioli como Macri pretenden suceder a Cristina en 2014, y la presidenta no descarta del todo una reforma constitucional que le permita presentarse por tercera vez consecutiva. La ministra Kirchner, a su vez, tiene ambiciones de heredar el lugar de Scioli en la provincia más populosa del país. No obstante, ahora todos deberán arremangarse y remar hasta ver qué les depara la próxima elección.