opinión

Buena Pascua

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La campaña del partido del Gobierno orientada a demonizar socialmente a los integrantes de la plataforma Stop desahucios y apenas atenuada por las manifestaciones del principal grupo de la oposición; me recuerda a la presión que determinados organismos y entidades privadas ejercieron en su día contra los vecinos de Puntales, más en concreto contra sus representantes vecinales, cuando abanderaban el desmantelamiento de los depósitos de combustible que la entonces Campsa mantenía en el barrio. Instalaciones que no sólo ponían en riesgo la salud de los habitantes de la zona, sino que nos mantenían urbanísticamente incomunicados. Se nos trató de presentar, en aquella primavera del 89, como enemigos de la ciudad; los que obstaculizaríamos los tráficos portuarios al dificultar el abastecimiento a los buques. Años más tarde, la dinámica se tornaría recurrente con relación a la central térmica ubicada a menos de 50 metros de las viviendas. Ningún representante público reparó nunca en las servidumbres y penalidades que aquellas instalaciones industriales depararon durante años a quienes residíamos a escasa distancia de las mismas. Los vecinos de otros barrios, no afectados directamente por el problema, se mantuvieron también al margen de la situación.

Quieren ahora equiparar con terroristas, a los que tratan de mitigar el sufrimiento de los que son arrojados de sus casas, reclaman ante los tribunales el derecho a una vivienda digna, denuncian la tropelía social perpetrada por los banqueros y recuerdan a los políticos que son servidores públicos. Qué decir entonces de cuantos se han enriquecido astuta e ilícitamente abocando al país a la dramática situación en que se encuentra. De quienes continúan cooperando alevosamente a su inmunidad. O de aquellos que desde sus puestos de responsabilidad pública utilizan los recursos de las propias instituciones, incluyendo las fuerzas de seguridad, para oprimir a los desvalidos y blindar los intereses de ricos y poderosos.

Al sufrimiento de un cada vez mayor número de vulnerables se viene a unir, en los tiempos que nos toca vivir, el desánimo y la contrariedad de quienes apostamos por un modelo de funcionamiento social basado en organizaciones políticas que son hoy más el obstáculo que la solución a los problemas de la gente. Las acciones de este colectivo ciudadano nos inducen a pensar, recién concluida la semana de Pasión, que ningún sufrimiento es estéril, que no podemos dejarnos petrificar por la desesperanza y que una sociedad distinta concluirá brotando del descontento y la indignación. Buena Pascua.