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Varios combatientes de un movimiento rebelde sirio prueban un nuevo lanzacohetes. / Efe
análisis

Siria: voluntarismo, olvido, confusión

Este miércoles y jueves se celebra en Londres la gran reunión -promovida por los gobiernos británico y francés- para decidir de una vez qué deben hacer los europeos con Siria

ENRIQUE VÁZQUEZ
MADRIDActualizado:

Los próximos miércoles y jueves se celebrará en Londres lo que parece gran reunión -promovida por los gobiernos británico y francés- para decidir de una vez qué deben hacer los europeos con Siria. Más precisamente cómo ayudar materialmente a la rebelión, un asunto que ha confirmado de nuevo las diferencias, matices y desacuerdos en la Unión.

La cuestión parecía conceptualmente encarrilada cuando el presidente Hollande se mostró favorable a proporcionar armas en una declaración el día 14 de marzo… convertida en otra intervención el día 28 en una posición mucho más prudente y de espera. Como si hubiera sonado algún teléfono de autoridad. En París el dossier está del todo en manos del ministro de Exteriores, Laurent Fabius, quien lo maneja a medias con su colega británico, William Hague. Ambos convocan la crucial conferencia de la próxima semana.

Lo cierto es que la decisión se enfrenta a dificultades políticas y de oportunidad de tanto calado que en Washington han optado por un perfil público bajo y acciones encubiertas, los árabes proceden por libre, según sus criterios nacionales, y la Unión Europea vacila y examina sin cesar la cuestión, de modo que no es probable que se dé un rápido consenso, lo que parece favorecido, además, por el calendario que se autoatribuyen en Londres y París: una decisión "para finales de mayo"…

La heterogénea oposición

El criterio europeo, si confirma el sí, tendría el precedente sentado por los árabes en la última 'cumbre' de la Liga de los Estados Árabes en Doha, que acordó, sin entusiasmo y porque no cambiaba nada la realidad sobre el terreno, que cada país se sienta libre de proceder como quiera. Es decir, Qatar y Arabia Saudí seguirán entregando equipo a la insurgencia (como Turquía, que no es miembro de la Liga) e impotentes (o complacientes) ante un problema dentro de otro que preocupa mucho en Europa y en Washington: la llegada al campo rebelde de combatientes yihadistas de la órbita de al-Qaeda.

Los norteamericanos han seguido el proceso a su manera. Dieron el nombre de un sirio-norteamericano, el adinerado hombre de negocios Ghassan Hitto, para que sea el primer ministro de un eventual gobierno rebelde en las zonas liberadas. Pero Hitto debe estar todavía formando su gabinete y el retraso que acredita prueba las dificultades de la misión y el hecho de que amplias sensibilidades de la rebelión no le reconocen como su líder, lo que se evidenció el día de su elección en Estambul el 19 de marzo, cuando cosechó bastantes votos en contra y unas cuantas abstenciones y ausencias.

El ha sido invitado a la reunión de los europeos como el jefe político de la 'Coalición Nacional', Muaz al-Jatib, dimisionario desde un par de días antes de la 'cumbre de Doha' pero que sigue en el puesto porque, si vale decirlo así, nadie se la aceptado y él deja hacer. También estará un desconocido para el gran público, Salim Idriss, jefe del Estado Mayor del 'Ejército Sirio Libre', una señal de que aún existe y un premio a su condición de primera organización de la oposición armada…

La reticencia americana

Así las cosas, y mientras los combatientes se desesperan sobre el terreno, los factores yihadistas, singularmente 'Jabhat al-Nusra', son literalmente determinantes. Cada éxito táctico, incluida la toma de poblaciones o instalaciones de importancia, prueba su eficacia y su primacía militar en el campo insurgente y refuerza su desdén por la oposición oficial, de la que no forman parte y que ven como agentes de intereses extranjeros o expresiones de politiquería.

Estimaciones de analistas solventes creen que ya hay unos cinco mil guerrilleros yihadistas en acción y se ha detectado un flujo constante de nuevos reclutas radicales hacia Sira. El algunos casos, como en Túnez, el asunto es un escándalo nacional, los emigrados hacia el martirio no se ocultan, salen del país -vía Libia por el paso fronterizo de Ras Yudair- y entran en Siria desde Turquía o desde Jordania.

En Jordania los norteamericanos adoptan medidas para controlar la situación: ayuda económica sustancial al Gobierno del rey Abdala para que gestione el terrible problema de acoger a medio millón de refugiados sirios y, según el 'Washington Post' del miércoles, despliegue de un contingente de 150 militares para entrenar a los milicianos opositores seguros. No es probable que esta polivalente manera de ver y calibrar la situación en Siria cambie en el corto plazo y París y Londres dudosamente podrán hacer algo abiertamente distinto y más expeditivo en tanto se mantenga la reticencia norteamericana…