Media vida dedicada a perseguir corruptos
El jurista que sentó en el banquillo a Jaume Matas lleva muy mal que le acusen de cobardía por recurrir la imputación de la infanta Cristina Pedro Horrach Fiscal de las Islas Baleares
MADRID. Actualizado: GuardarPedro Horrach lo lleva mal. Lleva muy mal que le acusen de cobarde por no apoyar la imputación de la infanta. Y una y otra vez insiste en que no ha recibido una sola presión «ni de Madrid ni de nadie» y que no apoya la imputación de la hija del Rey de España por «convicción», por puras razones jurídicas, porque de verdad, «¡de verdad!», cree que con las pruebas actuales es imposible sostener una acusación por tráfico de influencias contra Cristina de Borbón ante un tribunal. Y mucho menos conseguir una condena.
A sus 47 años, con media vida dedicada a perseguir corruptos por Baleares sin arrugarse, Horrach confiesa que el 'caso Nóos' le quita el sueño. No por remordimientos. Ninguno. Sino por la imposibilidad de explicar a la opinión pública que él sería el primero en intentar sentar en el banquillo a la duquesa de Palma si viera que hay pruebas y por la imposibilidad de explicar a la gente que él es el verdadero 'padre' del sumario que ha puesto contra las cuerdas a la Casa Real.
Y que él, sin ayuda de nadie, fue el que, calculadora en mano, expurgó, quitándole horas al sueño, una a una las miles de facturas de Instituto Nóos y sus empresas satélites para poder exigir con pruebas a Urdangarin y a su socio una fianza civil de casi 8,2 millones de euros.
En su desordenadísimo despacho de apenas 15 metros cuadrados se acumulan pendrives, archivadores y otras pruebas del caso Nóos. Aunque ni siquiera le hacen falta. En su cerebro están registrados fotográficamente los 42.000 folios que componen este sumario. Es capaz de recitar casi literalmente cualquier párrafo de la causa mientras enciende el último 'marlboro', siempre dice que lo va a dejar, paladea con entusiasmo un gin tonic de Martin Miller's con regaliz y bromea con su inseparable amigo, el también fiscal anticorrupción Miguel Ángel Subirán, 'Subi', el único que en algún momento ha echado una mano a Horrach en estos meses de instrucción.
Indescifrable
Rico de familia, los suyos tienen negocios hosteleros en Baleares y en varios países europeos desde hace décadas. Su adscripción política es imposible de descifrar. Probablemente porque no la tenga. Sus bromas sobre unos y otros no distinguen de color político.
Cuando estalló Nóos, algún medio ultraconservador intentó, sin éxito, implicarle en un escándalo urbanístico. Ahora, en el caso de la infanta, desde algunos sectores insinúan que es de derechas porque se ha plegado a las órdenes de una Fiscalía General controlada por el Gobierno popular. Pero olvidan que fue este mismo fiscal el que desplegó toda su «mala leche» (sic) en el interrogatorio al expresidente balear del PP Jaume Matas, al que terminó sentando en el banquillo. O el mismo fiscal que sacó de sus casillas a Urdangarin en el último interrogatorio.
«La palabra amilanarse no existe en su vocabulario, tampoco la de descansar», afirman. Su minuciosidad en la instrucción de los casos de corrupción le ha llevado a estar presente en la práctica totalidad de los registros practicados en Baleares, en los que es fácil verle codo con codo con «su docena de chicos» de la Udef, arrodillado junto a un armario, buscando, linterna en mano, el doble fondo donde se esconde el dinero o los documentos que luego exhibirá a los detenidos durante los interrogatorios.
Interrogatorios duros, largos, muy incisivos, casi de película, en los que suele arrancar confesiones y en los que también es dado a ofrecer pactos con tal de que la hacienda pública recupere algo de dinero del robado por los corruptos.
Pero, dicen, su rudeza es solo una pose. Fuera de los juzgados es un tipo entrañable, a decir incluso de sus enemigos en el estrado. Su risa es contagiosa, como la de su mujer, Ane Zácher, una alta funcionaria del Gobierno balear, a la que conoció en sus años de estudiantes en Madrid y con la que tiene una hija, que ha preferido apostar por la medicina y no seguir la senda jurista de sus progenitores.
Quizás su mayor lamento estos días es ser incapaz de hacer entender a Ane y a su hija por qué se opone a la imputación de la hija del Rey.