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Fotografía de archivo de 1960 del Miguel Poblet. / Efe
CICLISMO

Muere Miguel Poblet, leyenda del ciclismo

Fue un esprinter revolucionario, pionero en España por ser el primero en vestir de amarillo en el Tour de Francia, entre otras hazañas

P. RÍOS
BARCELONAActualizado:

Cuentan que la crítica y la envidia, que de todo existió siempre en este país, provocaron una pregunta incómoda a Miguel Poblet en 1959, días después de que el ciclista catalán se impusiera en su segunda Milan-San Remo, una Clásica en la que ya se había impuesto en 1957. “¿Sólo sé ganar al esprint? Sí, pero qué esprint. ¡Un sprint de 250 kilómetros!”, respondió, reivindicando la importancia de su gesta. Óscar Freire, el velocista que le homenajeó con gestas similares en los últimos años hasta su reciente retirada, podría haber hecho suya esa respuesta. En España siempre se ha valorado más la épica de los escaladores, lo sabe el cántabro, que tuvo que emigrar al extranjero para que un equipo trabajara para él, pero hubo un tiempo en que el ciclismo español también tuvo una estrella de las llegadas. Miguel Poblet (Montcada i Reixach, Barcelona, 1928) ha fallecido en el Hospital Quirón de Barcelona a por una insuficiencia renal. El lunes será enterrado en su localidad natal, donde su padre, Enric, tenía una tienda de bicicletas donde un niño aprendió a esprintar hasta llegar a la meta, un esprint elegante y potente de 85 años de duración.

Miguel Poblet comenzó a competir en 1944, con 16 años, y no dejó la bicicleta de forma oficial hasta 1962, con 34.Pequeño y robusto, en ese periodo de tiempo se convirtió en una leyenda del ciclismo, considerado un revolucionario por emplear una técnica innovadora que le permitió ser el primer español en enfundarse el maillot amarillo del Tour de Francia en 1955, un año antes de ser admirado en todo el mundo por ser el primero en sumar victorias de etapa en las tres grandes rondas: Tour, Giro de Italia y Vuelta de España. Cerró su palmarés con 62 victorias, entre ellas 20 etapas del Giro de Italia, tres en el Tour y otras tres en la Vuelta.

Fue en Italia donde más explotó sus cualidades y donde se enamoró de una Milan-San Remo que conquistó en 1957 y 1959, algo impensable para un ciclista español. Apodado allí ‘Il gato magico’, mantuvo míticos duelos con los belgas Van Steenbergen y Van Looy, el francés Darrigade e incluso con Federico Bahamontes. Sólo se le escapó por centímetros la París-Roubaix. Tras su retirada, siempre estuvo ligado al ciclismo, organizando durante años la ‘Volta Ciclista de Catalunya’ en la que todavía tiene el récord de victorias de etapa.