Antofagasta
Actualizado: GuardarTodos los viernes recibo un correo de una amiga desde Antofagasta, precisamente de una lectora de la versión digital de nuestro diario, la que, desde hace mucho tiempo, tiene la gentileza de leer mis farragosas moralinas y aún más enviarme un puntual comunicado para casi siempre comunicarme que le ha interesado el tema y que concuerda con mis postulados, en un gran ejercicio de indulgencia. Es de origen gaditano, al parecer por parte de su bisabuelo paterno, al que tiene enterrado en Iquique, y que llegó a Antofagasta como polizón en un carguero de salitre, el nitrato de Chile, que vivió hasta los cien años, según ella mantenido vivo y terso tanto tiempo por la esperanza de volver a Cádiz del que le hablaba sin cesar. Nuestra fidelísima lectora no ha viajado a España, quizás por querer conservar la nostalgia de su ancestro convertida en elixir aromático. Creo que prefiere conservar en la memoria las estampas idílicas de Cádiz en vez de contrastarlas con la realidad siempre menos sugestiva.
En esta ocasión, me escribe muy preocupada, hoy jueves, al enterarse de la inculpación de la Infanta Cristina. Su familia se considera española, sin lugar a dudas gracias al enraizado españolismo de nuestro connatural y se confiesa republicana, también más fruto de una herencia nostálgica que de una convicción, toda cuenta que en Iberoamérica no existe una clara conciencia de qué significa ese sistema de gobierno tenido por errónea ideología. Como sea, le inquieta mucho la noticia, ya que como genuina nativa de Iberoamérica, siente veneración por la Monarquía Española entendida como gran sueño americano, como gran anhelo inalcanzado. Desde allí, con las calores del desierto de Atacama zurcida en el alma, cuesta mucho entender el inviolable derecho de la presunción de inocencia, pese a la calidad legal y jurídica de Chile, a la que tienen regular derecho todos aquellos ciudadanos españoles, sea cual sea su cuna, exceptuando al Rey.
Le cuesta así trabajo entender que, sin embargo, haya políticos que tengan derecho al aforamiento y así puedan escudarse tras la fronda de unas tramitaciones procesales, y no así ella, como mucho le extraña que S.M. el Rey no le evite el mal trago, con un aldabonazo medieval, de ver zarandeada su respetabilidad de egregia ciudadana en los telediarios. Si no lo impide la Fiscalía con su recurso de disconformidad, deberá cumplir con el requerimiento judicial, le explico con detalle, para mayor gloria de la democracia y mayor honra de la genuina Monarquía parlamentaria, todo un modelo de carnalidad, de glorias y flaquezas, de naturalidad. Ha sido un gran desliz, un cataclismo histórico, mas no de la Monarquía sino de la Sociedad, que no ha sido capaz de enseñarle a un afortunado joven que el dinero se gana trabajando, en vez de urdiendo trapisondas cortesanas.