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Plastificados

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No podemos renegar, la Tierra nos llama. Somos parte de ella y participamos en su composición. El agua ocupa la mayor parte de su superficie, al igual que nuestro cuerpo, y el de la mayor parte de los seres vivos del planeta. Esa simbiosis nos hace sentirnos auténticos terrícolas.

Si las revoluciones del siglo XIX estuvieron relacionadas con las energías y la industrialización, y las del siglo XXI con las nuevas tecnologías, las del siglo XX tuvieron que ver con esos materiales que han inundado nuestras vidas, nuestros hogares y quién sabe si nuestros cuerpos.

El químico norteamericano de origen belga Leo Hendrick sintetizó en el año 1909, a partir de moléculas de fenol y formaldehido, el primer plástico, que denominó baquelita. A partir de entonces todo ha sido una sucesión de monómeros, dímeros y polímeros.

Los plásticos son fáciles de trabajar y moldear, tienen un bajo costo de producción, poseen baja densidad, suelen ser impermeables, buenos aislantes eléctricos, aceptables aislantes acústicos, buenos aislantes térmicos, aunque la mayoría no resisten temperaturas muy elevadas, resistentes a la corrosión y a muchos factores químicos. Entre sus problemas, todos son los relacionados con la contaminación medio ambiental. Algunos no son biodegradables ni fáciles de reciclar, y si se queman, son altamente contaminantes.

Los hemos incorporado a nuestro cuerpo con fines sanitarios y estéticos. Prótesis, válvulas, stents, silicona, rellenos, y un sinfín de artilugios se han diseñado para mejorar nuestra vida. Lo negativo es que partículas de plásticos se pueden incorporar a la cadena trófico alimentaria.

¿Imaginan una superficie mayor que la península Ibérica? Pues eso fue lo que descubrió en 1997 el oceanógrafo Charles Moore en medio del Pacífico. Aunque dejásemos de arrojar desechos plásticos a los ríos y mares, esta inmensa isla de basura seguirá creciendo al menos durante 500 años.

Los trozos más pequeños forman una ‘sopa’ que los peces pequeños confunden con el plancton y lo incorporan a su cadena trófica. Los grandes cetáceos y aves marinas tienen menos suerte, y muchos terminan engullendo grandes trozos que les provocan la muerte.

El bisfenol es un componente de los plásticos que se libera de los objetos de uso diario, vasos, platos, botellas, recipientes, biberones. Sus efectos imitan a los de los estrógenos, provocando un desequilibrio hormonal: pubertad precoz en niñas, disminución de la cantidad y calidad de los espermatozoides, hiperactividad, etc.

El consumo de comidas y bebidas muy ácidas, el calor y el reutilizado de los recipientes de plásticos aceleran esta liberación.

En nuestra vida diaria evita el uso continuado de recipientes de plásticos. Mejor usa el vidrio, si no, terminaremos plastificados.