Todos iguales
Actualizado: GuardarFue el propio Don Juan Carlos el que aseguró, en su discurso de Navidad de 2011, que «la Justicia es igual para todos» y quien recordó que «las personas con responsabilidades públicas tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar». Se refería entonces, sin citarlo, a su yerno, un Iñaki Urdangarín que, camino de los juzgados, ha terminado por implicar a su esposa -por alusiones y por correo electrónico, género en el que se ha especializado el juez Castro- en la trama del «caso Nóos».
La imputación formal de Doña Cristina, que hará su propio paseíllo judicial el próximo sábado 27, representa un salto cualitativo en la investigación sobre los negocios de Urdangarín, pero no pasa de ser, sea cual sea su resultado, la consecuencia de una exigencia que el propio Rey dejó clara en la Nochebuena de 2011. Lo que no tiene pase ni cabida es que mientras la Justicia hace su trabajo y reparte responsabilidades, el «caso Nóos» se convierta en un auto general contra la Monarquía y el modelo constitucional, acosado desde todos los frentes institucionales, del Congreso de los Diputados a la figura del propio Rey.
La imputación de Doña Cristina, sometida al escrutinio de la ley como cualquier ciudadano, debería servir para reforzar la confianza de la sociedad en un sistema capaz de garantizar, además de la presunción de inocencia, que la Justicia llegue y alcance a todos, por elevada que sea su posición. Aprovechar el paso de la Infanta por los juzgados de Palma para recrudecer la ofensiva planificada contra la Monarquía que nos representa a todos es, al contrario, la enésima manifestación antisistema de quienes quieren derribar un Estado de Derecho que les incomoda incluso cuando funciona, como es el caso, de manera escrupulosa y sin complejos.