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MUNDO 'BRITISH'

El complejo de ‘Rómulo’ Miliband

David, el mayor de los hermanos que pugnaron por el liderazgo del partido laborista, se marcha a Estados Unidos

ÁLVARO SOTO
MADRIDActualizado:

Con la historia completa de David y Ed Miliband los psiquiatras tendrían para escribir un tratado sobre la relación entre hermanos. La decisión del mayor de los dos, David, de abandonar la política británica para dirigir una ONG en Estados Unidos supone el último capítulo de lo que los medios ingleses llaman “el psicodrama Miliband”. Un psicodrama que, como cualquier gran obra que se precie, está dividido en tres actos, además de un epílogo, el vivido esta semana con la noticia del abandono.

El planteamiento se remonta a los años 60, cuando nacen los dos vástagos de los Miliband. Hijos de un historiador marxista y de una emigrante judía polaca, David y Ed, que se llevan cuatro años, son brillantes desde la cuna, así que, como no podía ser de otra forma, su carrera política, la de ambos, es temprana y meteórica. Pero además, su relación es idílica. “Ed es mi mejor amigo”, declaró David en numerosas ocasiones. Ni un resquicio entre dos hermanos que se adoran desde niños.

El nudo ocurre bajo las alas de Tony Blair y Gordon Brown. Los dos hermanos, con menos de 30 años, ponen sobre el papel algunos de los pilares del nuevo laborismo. Su prestigio crece y crece en la alegre Gran Bretaña de finales de los 90 y principios de los 2000, hasta que, en 2007, marcan un hito inédito desde 1938: que dos hermanos se sienten en el Consejo de Ministros del Reino Unido: David como ministro de Exteriores y Ed, de Energía. Pero sus ambiciones comienzan a chocar.

El desenlace, maravilloso como en la mejor pieza teatral, tiene lugar el 24 de septiembre de 2010. Gordon Brown pierde abrumadoramente las elecciones y el partido laborista celebra un congreso para elegir al nuevo líder. David y Ed se presentan por separado. David, el que tiene más experiencia, el más centrista, es el favorito para las casas de apuestas. Ed, ligeramente más izquierdista, parece el digno perdedor y nadie duda de que, tras la previsible derrota, se sumaría al equipo de su hermano mayor. Pero un vuelco del destino cambia la historia. Los sindicatos, que representan un tercio exacto del censo en todos los congresos laboristas, se unen en bloque para empujar a Ed. Los parlamentarios y las bases del partido apoyan mayoritariamente a David. Pero no lo suficiente. El final es de infarto: Ed logra el 50,65% de los votos. David, el 49,35%. Las crónicas recuerdan que sobre los presentes en el congreso cayó el silencio antes de que sonara una atronadora ovación. Ed se convierte en la nueva cabeza del partido laborista. Y comienza el drama de David.

La psicología tiene argumentos a favor de cualquiera de los dos hermanos. El periodista del ‘Guardian’ Stuart Jeffries cita a Sigmund Freud. “El hermano mayor es el rival natural. El más pequeño siente por él una profunda hostilidad que hacen apropiados los términos ‘deseo de matar’ e ‘intento de asesinato’”, escribió el padre del psicoanálisis. De ahí la ambición de Ed de superar a su hermano. Y la decisión de David de irse a Estados Unidos se explica entonces en el llamado ‘complejo de Rómulo’, que se resume en que el hermano mayor ve de niño cómo todos los cariños familiares se destinan al pequeño, al que comienza a ver como un rival para el trono. Por eso, quiere matarlo. Rómulo pudo con Remo. David no pudo con Ed.

En realidad, no resulta difícil entender el sentimiento de “aniquilación” que siente David al tener que mantener su escaño laborista mientras su hermano lidera el partido. En política, y en cualquier orden de la vida (en el deporte, en el amor), es terrible que te venzan. Pero que además te venza tu hermano pequeño…