OPTIMISMO
Actualizado:Raúl Agné pidió el pasado viernes más optimismo a los medios y señaló que algunos intentaban intoxicar el ambiente. Incluso nos recordó, él que acaba de llegar, que esto ya viene sucediendo en los últimos veinte años en la capital gaditana. Olé. Paradójicamente, sus declaraciones crispaban el ambiente pero liberaban de presión a sus jugadores. Esa táctica no es nueva y ya la utilizó Clemente, por ejemplo. El técnico es muy libre de opinar lo que quiera y de catalogar el papel de los medios como se le antoje, estaría bueno. Por otra parte, aunque no creo que sea su intención, Agné no sería el primero que intenta manejar la opinión de la prensa a su antojo o que se enfrenta a ella simplemente porque no le gusta lo que dice. El entrenador desvía el tiro, suele pasar cuando las cosas no van bien. Ataca a los medios después de dar varios repasos públicos a la plantilla. Se ha dado cuenta de que eso no le estaba valiendo, que así el equipo se hundía y perdía confianza. Ahora son los medios, o parte de ellos, ya que ni siquiera da nombres, los que pretenden intoxicar el ambiente. El técnico debería enterarse de una vez que cuanto más arriba esté el Cádiz será mejor para todos, pero eso no debe suponer una dejación de funciones, un hacer la vista gorda a lo mal que se han hecho las cosas. Por otra parte, si Agné quiere optimismo es mejor que gane partidos y verá como la moral sube. De momento el equipo está en zona de nadie, pero depende de ellos marcar su objetivo. Ganar al Albacete daría tranquilidad y seguro que más optimismo a todos, pero con cautela, pues el Cádiz lleva años llevándose palos en el césped. Qué recuerdos de aquel Javi Gracia, que con sus errores y aciertos nunca se dedicó a poner el ventilador para desviar la atención. Agné tiene en su mano el destino del equipo y, de momento, sus números son aceptables, pero de él y los suyos depende que la sonrisa vuelva a presidir Carranza. Que la afición ya es madura y no se deja manejar por nadie. No se confundan.