Bachelet vuelve a retar a la historia
Al margen de la política nacional desde 2010, su silencio ha dado pie a los ataques de la derecha
SANTIAGO DE CHILEActualizado:Michelle Bachelet ha dado una nueva muestra de que tras su carisma y sencillez guarda una personalidad capaz de afrontar grandes desafíos, como cambiar una vida de halagos y aplausos por una aventura política de resultado incierto. Convencida de que aún "hay mucho por hacer", la primera presidenta de Chile (2006-2010) ha dejado "un trabajo maravilloso", la dirección de ONU Mujeres, para iniciar un camino pedregoso que podría conducirla nuevamente a La Moneda.
Por exigencia de su cargo internacional, Bachelet ha callado desde el 2010 sobre la contingencia política chilena, lo que ha sido aprovechado por sus adversarios políticos para dispararle a mansalva. La derecha, que encabezada por Sebastián Piñera desplazó en 2010 a la Concertación de centroizquierda que había gobernado desde 1990, ha considerado el de Bachelet "el peor Gobierno" desde la recuperación de la democracia.
Pero las encuestas han mantenido como favorita a esta mujer, acostumbrada a navegar contracorriente, que en 2006 se asombraba de haber ganado la presidencia "cargando pecados capitales", en un país de marcada raigambre conservadora: "ser mujer, agnóstica, socialista y separada". Según la última encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), un 53 % votaría a Bachelet si las elecciones presidenciales fuesen el próximo domingo, mientras su aprobación supera el 70 % en diversos sondeos.
La empatía de esta hija de un general democrático que murió a causa de la tortura tras el golpe de 1973 nunca se resintió, tampoco cuando entregó la presidencia a Piñera, dos semanas después del terremoto que devastó parte de Chile el 27 de febrero de 2010. Desde entonces, sus detractores han tratado de convencer a los chilenos de que Bachelet cometió errores graves frente a la emergencia y de que sería la gran responsable de una fallida alerta de tsunami que debió haber sido declarada por la Marina.
Una reforma social que incorporó a millones de chilenos hasta entonces marginados a beneficios estatales en seguridad social, salud, vivienda y educación y su presencia constante en cada rincón del país para escuchar a la gente son el legado de su Gobierno. También pensiones para las amas de casa, bonos acumulativos para las madres, vacaciones para los adultos mayores, la multiplicación de guarderías y jardines infantiles, de la alimentación escolar y de becas estudiantiles y mejores viviendas sociales.
Ahora, en su nuevo desafío, Bachelet se enfrenta a un Gobierno que esgrime un crecimiento cercano al 6 %, una baja inflación (1,5 % en 2012) y un reducido desempleo (6 %) como ejemplos de una administración mejor que la suya en lo económico.
También deberá ordenar su propia coalición, cuya aprobación no llega al 20 % y es percibida como una agrupación obsoleta, que no asume la nueva realidad de un país en el que las organizaciones sociales movilizadas tienen un creciente protagonismo. "Hay muchas cosas por hacer para que nuestro país sea mejor para todos y para todas. Yo quiero contribuir a generar las condiciones para que Chile sea más justo, más solidario, más igualitario y más participativo", dijo a su regreso Bachelet, una médico cirujana, pediatra y epidemióloga que domina seis idiomas, casada dos veces y madre de tres hijos.
Michelle Bachelet nació el 29 de septiembre de 1951 y jamás pensó en sus años juveniles que algún día podría ser la primera presidenta de Chile y menos que podría optar a un segundo mandato en un país en el que la mujer conquistó el derecho a voto sólo en 1949. Según los analistas, el carácter de Bachelet se forjó en las experiencias que vivió durante la dictadura militar, cuando murió su padre, el general Alberto Bachelet, y ella y su madre, Ángela Jeria, fueron detenidas y torturadas en la 'Villa Grimaldi', el peor centro de reclusión de la época.
"Víctima del odio"
"Ya que he sido víctima del odio, he consagrado mi vida a arrancar las garras del odio y transformarlo en compasión, tolerancia y amor", ha comentado sobre esa experiencia. Michelle y su madre se exiliaron en Australia y después en Alemania Oriental, hasta que en 1979 volvió a Chile, donde se tituló de médico cirujana y se especializó en pediatría y salud pública. En política, trabajó por el retorno de la democracia y colaboró con organizaciones que asistían a hijos de torturados y desaparecidos.
Con la restauración de la democracia, se incorporó al Ministerio de Salud como funcionaria, mientras de forma paralela estudió estrategia militar en la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos. En 1997 estudió en el Colegio Interamericano de Defensa, en Washington, especialización que le permitió ser después asesora del ministerio del ramo.
En marzo de 2000, el presidente Ricardo Lagos la nombró ministra de Salud y en enero de 2002 la designó ministra de Defensa, cargo desde el que comenzó a ganar popularidad, especialmente cuando a raíz de unas inundaciones invernales apareció encaramada en un tanque, dirigiendo el rescate de los damnificados. Todos esos años siguió tocando la guitarra con sus amigos, preparando el desayuno en su casa y llevando a su hija menor al colegio, factores que hasta hoy inciden en la aceptación que tiene entre sus conciudadanos.