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MUNDO

Obama obtiene un éxito inesperado

El presidente media en la reconciliación de Israel y Turquía, que la Casa Blanca considera fundamental para lidiar con la crisis siria

MIKEL AYESTARAN
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Barack Obama concluyó su visita oficial de tres días a Tierra Santa y su mayor éxito fue lograr el restablecimiento de relaciones entre Israel y Turquía. Después de hablar de paz y más paz sin aportar medidas concretas, el presidente estadounidense dejó en segundo plano el eterno conflicto entre israelíes y palestinos y logró que Benyamin Netanyahu telefoneara a Recep Tayyip Erdogan para pedirle disculpas por la muerte de 9 turcos en el asalto de las fuerzas especiales hebreas a la 'Flotilla de la Libertad' que trataba de romper el bloqueo de Gaza en 2010.

La conversación entre el 'premier' israelí y el primer ministro turco duró apenas diez minutos y se produjo, según la BBC, en el mismo aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv y con el 'Air Force One' ya preparado para despegar. Un logro in extremis cuando ya parecía que Obama saldría con las manos vacías.

«Ambos acordaron normalizar las relaciones, lo que incluye devolver a los respectivos embajadores y la anulación de los procesos judiciales contra soldados israelíes» que tomaron parte en el asalto, asegura el texto oficial del comunicado del Gobierno israelí, en el que se subraya la importancia de las buenas relaciones bilaterales «para traer estabilidad a la región». El portavoz de Netanyahu, Ofir Gendelman, añadió a través de su cuenta de Twitter que Israel además «ha accedido a completar el acuerdo de compensación», con lo que las familias de las víctimas recibirán una indemnización por parte del Estado israelí tres años después de un asalto que concitó una amplia condena internacional.

A por la cabeza de El-Asad

El balance del viaje de Obama, su primera visita como presidente de Estados Unidos a Oriente Próximo, deja pocas novedades respecto al proceso de paz. Las últimas palabras del mandatario estadounidense antes de abandonar Tel Aviv rumbo a Amán se refirieron a la llamada entre Netanyahu y Erdogan, no a la posible vuelta a la mesa de negociaciones.

El líder demócrata afirmó que «damos gran importancia a la restauración de las relaciones positivas entre ambos con el fin de avanzar en la paz regional y la seguridad», un entendimiento fundamental para afrontar la crisis de Siria que, en la actualidad, preocupa más a la Casa Blanca que la causa palestina y será el asunto prioritario durante la estancia en Jordania. La buena sintonía entre Ankara y Tel Aviv refuerza la postura de Estados Unidos y los aliados occidentales y del Golfo que piden la cabeza de El-Asad desde hace dos años. Fue el epílogo de un viaje oficial que concluyó con una jornada marcada por visitas simbólicas al Monte Herzl, donde está enterrado el ex primer ministro Yitzhak Rabin, y luego el memorial del Holocausto de Yad Vashem, en Jerusalén. Con el tiempo justo de quitarse la 'kipá' (el pequeño casquete que usan los judíos y que cubre parcialmente la cabeza), Obama aún se reunió por tercera vez en estos días con Netanyahu y, mientras se gestaba la llamada a Erdogan en la que, según el diario 'The New York Times', intervino durante unos minutos el mismo presidente estadounidense, su equipo de seguridad tuvo que improvisar un viaje por tierra a Belén.

Cruzando el muro

El fuerte viento desaconsejaba el vuelo en el 'Marine One', el helicóptero presidencial, y Obama pudo vivir la experiencia de tener que cruzar el muro de hormigón de ocho metros de grosor que Israel ha levantado como 'valla de seguridad' frente al territorio ocupado de Cisjordania. El presidente dedicó la mayor parte de los 35 minutos que permaneció en Belén a visitar la iglesia de la Natividad acompañado del presidente Mahmud Abás y de la alcaldesa de la ciudad, Vera Babún. La mandataria se quejó de tan breve visita, que incluso lo era aún más en el programa de viaje facilitado por la Administración estadounidense a sus anfitriones. «26 minutos exactamente», afeó Babún. «Cómo [lo hará] y por qué, no tengo ni idea», lamentó.

Nada más pisar Tierra Santa el miércoles, Barack Obama proclamó la «alianza eterna de EE UU con Israel». En su visita a Ramala 24 horas después, este entendimiento con Netanyahu se plasmó en la petición a la parte palestina de «una vuelta al diálogo sin condiciones», la misma exigencia que plantean los sucesivos gobiernos israelíes. Una petición que los palestinos no están dispuestos a cumplir, ya que no volverán a las negociaciones si antes Israel no acepta congelar la construcción de asentamientos.

La ilusión que despertó el viaje quedó pronto apagada, ya que «más que hacer un llamamiento para retomar este proceso de paz sin sentido, los palestinos esperamos acciones reales sobre el terreno», confesaba el exministro de Exteriores palestino Nabil Shaath en un artículo publicado en el diario israelí 'Haaret.

El presidente de EE UU aseguró que su país «sigue muy comprometido con un Estado palestino soberano. Los palestinos tienen derecho a su propio Estado y al fin de la ocupación», pero no aportó soluciones concretas que inviten a pensar en que esto va a ser posible en el futuro próximo.

Los dirigentes palestinos piden acciones y Mustafá Baghouti, parlamentario y líder del partido Iniciativa Nacional Palestina, una tercera vía respecto a Fatah y Hamás, recogía en 'The New York Times' los pasos que debería dar Obama para desbloquear la situación. «Lo primero es pedir a Israel que cumpla con los compromisos adquiridos durante todas las negociaciones previas. Esto incluye la congelación de los asentamientos, la liberación de los presos y la reapertura de las instituciones cerradas en Jerusalén», subraya Barghouti, cuyas palabras no parece que llegaron a oídos de Obama. El inquilino de la Casa Blanca se limitó a formular una tibia crítica a la política expansionista israelí, que calificó de «no constructiva, inapropiada y que no contribuye a la causa de la paz».

millones de euros anunció ayer el presidente de Estados Unidos en forma de ayuda adicional para los 460.000 refugiados sirios que ya acoge Jordania. La asistencia se dedicará a servicios básicos de atención a las familias de desplazados, en particular a proporcionar escuelas para los menores.