«En mis libros siempre cuento la misma historia»
El autor madrileño presenta 'Polvo en los labios' en el marco del ciclo del CAL de novela negra o lo que para él es lo mismo, «la relación del hombre con la propiedad» Montero Glez Escritor
CÁDIZ.Actualizado:Montero Glez (Madrid, 1965) siempre cita a Tolstoi cuando se le pregunta por lo que significa eso del 'folclore cósmico': «Describe tu aldea y describirás el mundo». Es la máxima que imprime a sus libros, preñados de personajes que meteríamos en el cajón de los marginados. El ganador del Azorín por 'Pólvora negra' presenta esta tarde en Cádiz la que hasta ahora es su última obra, 'Polvo en los labios' (Lengua de Trapo), en el marco del ciclo 'Andalucía negra' que organiza el Centro Andaluz de las Letras. El encuentro es en la Biblioteca Provincial a las 19 horas y estará presentado por Óscar Lobato.
-¿Qué hay de 'Andalucía negra' en 'Polvo en los labios'?
-Yo soy un escritor de género negro porque para mí el tema principal de la literatura negra y de lo que llaman literatura policial es la relación del hombre con la propiedad. Y ese tema es el principal de todas mis historias. Además, esa relación viene porque hay un cuento en este libro, 'El último sacramento' (germen de la novela 'Manteca colorá') que se desarrolla en Conil, en un ambiente de frontera.
-Dijo que 'Pistola y cuchillo' había sido su novela más autobiográfica. Al igual que con Camarón, ¿también ha sentido ser Chet Baker?
-Los cuentos son pequeños laboratorios para futuras novelas. Lo hago para entrar en ellas. Pero desde 'Pólvora negra', también lo hago para salir. 'El vientre de Saturno' es su último vómito. Igual pasó con 'Pistola y cuchillo' que, por cierto, sigo pensando que es mi mejor obra y que nunca volveré a hacer otra igual. Después de ella necesitaba contar otra tragedia de un músico con el que tengo tanta afinidad como es Chet Baker.
-¿Tienen los músicos vidas más apasionantes que los escritores?
-Los escritores nos dedicamos a contar historias, a contar vidas. Y los músicos también cuentan historias, pero no se dan cuenta. Sobre todo viven, son más ambulantes, el escritor es sedentario. La de músico es una vida de cómico, hay más vida, más literatura porque hay más conflicto. Además, yo sin música no podría vivir. Estoy siempre escuchando música, me interesa comprobar cómo te puede dar la vida. Me pasa por ejemplo con Camarón, Paco de Lucía, Diego Carrasco o el propio Chet Baker.
-Los personajes de un cuento le sirven para construir una novela, ¿es esa la explicación por la que dicen los críticos que su obra se entiende como una continuación, como un todo?
-Siempre estoy escribiendo la misma historia, pienso que todo el mundo que se dedica a esto cuenta siempre la misma historia. Toda mi literatura surge a partir de la relación del hombre con la propiedad, que es a su vez mi conexión con el género negro.
-El cine español le interesa poco, pero usted soñaba con ser director...
-Me gustaría ser director para acabar con todos, que me parecen malísimos. Además, ahora es un momento muy bueno porque hay acceso a los medios, al igual que cuando yo era jovencito y quería contar historias a través del cine. Pero entonces, sólo tenían acceso a esos medios cuatro privilegiados y, ahora, cualquiera. Ahora lo que falta es talento. Yo detesto el cine español, pero generalizar sería injusto, es más, siempre digo que una de las últimas películas que más me ha gustado ha sido 'Smoking room' con Juan Diego de actor. El problema que tienen los cineastas de aquí es que no han hecho guiones antes. Así no pueden ser John Huston, Tarantino o Robert Rodríguez. Aquí si ha habido talento lo han dejado morir. Woody Allen o Tarantino se hubieran muerto de asco en España.
-Sin embargo, pulula el discurso de que hay que apoyar nuestro cine, que es muy bueno...
-Eloy de la Iglesia sí hacía buen cine, cuando hay bueno hay bueno, pero es que hay tan poco... Lo que ocurría con Eloy es que su obra siempre tenía un barniz de caspa que le impedía llegar a más. Hay cosas que se me pasan que dicen que está bien, como Blancanieves.
-¿Se sigue presentando a los premios González Ruano?
-Sí, todos los años. Es un clásico, todos los años tengo algo digno de presentar. Este año quiero presentarme también al Ciudad de Badajoz. Yo trabajo con los medios y hago piezas para ellos, para todos, no tengo ningún tipo de rollo de que si escribo para uno no puedo escribir para la competencia. El González Ruano es un clásico para mí. Francisco Umbral no hubiera sido así sin César González Ruano, y yo sigo esa línea. Su punto de vista no lo tengo yo, pero sí la forma que tenía, el barroco que cultivaba, yo lo sigo mucho. Por eso creo que es raro que nunca me lo hayan dado. S echa en falta en el columnismo español a gente que cultive la prosa, que coja el capote, y no que parece que están haciendo redacciones sobre la primavera en el instituto.
-A usted que no le gustan los círculos literarios ni el entramado de las editoriales, ¿cree que los premios están dados?
-No voy a engañar a nadie, yo me presento a los premios por la bolsa, es lo que más me interesa. Y luego, por la distribución que tienen esos premios. Me presento a todos y sólo he ganado dos. Es la forma que tengo de que mi nombre llegue a sitios donde de otra manera sería imposible. Si me lo dan bien, si no, pues nada. Es verdad que hay gente que está coronada de premios, pero son cosas tan azarosas que no dependen del autor.
-¿Quién o qué le enseñó a escribir?
-Leer y luego fijarme en lo leído, imitar a los autores que me gustan porque para aprender hay que imitar a quien tanto te ha fascinado. Las primeras historias que leí en papel fue en tebeo. Los primeros libros que recuerdo son '20.000 leguas de viaje submarino' o 'Miguel Strogoff'. Después me enganché a unos tebeos que eran 'Los 5', ya después vendría Agatha Christie.
-¿Se imagina escribiendo otra cosa diferente a lo habitual?
-Pienso que todo tiene hoja. Escribo de todo lo que me piden, escribo de fútbol, de arte, de libros, podía escribir de economía. Yo no estoy con Adam Smith, no creo en la especialización del trabajo. Nunca me gustó el cuento ese de que uno fue a por leña, el otro cazó el pájaro y el gordo se lo comió.
-¿Es cierto que le fascinó 'El tiempo entre costuras'?
-No tengo prejuicio de nada ni con nadie. María es una novelista, una contadora de historias. Me parece la mejor novela en castellano de lo que llevamos de siglo XXI. A mí me gustan que me cuenten historias y no la metaliteratura que se lleva ahora. Tampoco me gustan las vanguardias malinterpretadas. Me encantan las historias y personajes que me enganchan y ésta es apasionante. Hay poquísimos novelistas buenos en España y Dueñas lo es.