El poder de los Pujol
Brillaron cuando su padre reinó en Cataluña y tejieron una tupida red de empresas. El apellido sigue abriendo puertas, pero le acecha la sospecha de la corrupción. Los 7 hijos de Jordi y Marta «han dejado de ser intocables»
Actualizado: GuardarJordi Pujol bascula entre dos mujeres desde hace más de 40 años: su temperamental esposa y su eficaz secretaria, que todavía hoy le filtra la agenda y el teléfono. Marta Ferrusola y Carme Alcoriza le veneran, pero se llevan fatal entre ellas. El 'expresident' capea el temporal haciendo lo de siempre: «La vista gorda», apunta un íntimo excolaborador. Hace ya más de dos décadas que los hijos del matrimonio, excepto los más pequeños, Mireia y Oleguer, se empezaron a ver involucrados en polémicas al ser contratados por la Generalitat donde reinaba su padre, «con autoridad y un estilo muy presidencialista». Carme se temió lo peor y deslizó al círculo más íntimo del jefe que la única dificultad capaz de erosionar la magnitud política de Pujol podría surgir de su familia. Al hacerlo tocó lo más sagrado para Marta, y quizás por ello nunca la ha podido ni ver. «Los encontronazos han sido públicos, como en un viaje oficial a Indonesia. La expulsó de una foto donde posaba toda la comitiva con su marido al frente. '¡No la quiero aquí, fuera!'. Ella se enfurecía cada vez que alguien osaba discutir el derecho de sus hijos a buscar un empleo después de todo lo que el matrimonio había hecho por Cataluña», rememora ese cargo de confianza de Pujol.
En ese mismo viaje ocurrió otra anécdota que ayuda a explicar la laxitud con la que el entorno de Pujol ha entendido los negocios familiares. «'¡Aquí lo tienen bien montado! La que cobra las comisiones es la mujer del presidente', soltó uno de sus principales consellers», recuerdan dos personas del equipo que estuvieron allí.
La pregunta que se vuelve a hacer estos días el votante nacionalista cualificado es cómo el padre de la Cataluña moderna, ese personaje irrepetible que la gobernó durante 23 años y sigue viviendo en el piso doble de la avenida General Mitre, una de las zonas más ruidosas y contaminadas de Barcelona, consiente que algunos de sus vástagos engrosen sus cuentas impulsados por las relaciones familiares y que hagan alarde de ello. Porque el primogénito, Jordi Pujol Ferrusola, hace tiempo que se mudó de su estupenda vivienda en la calle Montaner a una villa en el exclusivo Pedralbes, cerca de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin. Su nombre no figura en el registro, aparece el de su anterior propietario «en virtud a un acuerdo privado entre ellos. Pero en su día vino a costar 4 millones de euros», repasa el periodista Félix Martínez, del diario.es y coautor junto a Jordi Oliveres de 'En nombre de Cataluña'. Retratan a Pujol como un líder nato, un político heterodoxo que «no ha dudado en utilizar métodos cuestionables» para retener el poder que le permitiría llevar a cabo su proyecto de reconstrucción nacional. «Él decidió jugar la carta de estadista y constituyó una 'familia real'. Artur Mas es el regente», condensan los escritores.
La 'consorte' sabía que se casaba con un médico sencillo y un punto paleto que iba a luchar por Cataluña hasta el final. Nacionalista visceral, sin la base teórica de su esposo, se ha tomado todos los agravios al país como algo personal. Igual de espartana que Pujol, se ha subido y bajado el dobladillo del mismo traje en función de la moda. Por eso chocan tanto los gustos de los siete hijos que ha criado casi sola. Marta Ferrusola iba a ver a su madre en autobús. El mayor de sus chicos le visita ahora a ella en deportivos de alta gama. Según Martínez y Oliveres, hace años conducía uno de los escasos Lamborghini de Barcelona. Y este sí que estaba registrado a su nombre. Luego coleccionó automóviles antiguos de lujo. Pero una cosa es hablar de coches y otra de lo que guardaba en el maletero.
No tan conocidos
En Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), el partido fundado por Pujol en 1974, ha cundido el pánico tras el goteo incesante de filtraciones, contrastadas o intoxicadas, que apuntan en distintas direcciones. Que si Jordi Pujol Ferrusola llevaba bolsas con billetes a Andorra, que si hubo desvíos de fondos públicos, comisiones, cuentas en Suiza y Liechtenstein controladas por el patriarca, su familia, Artur Mas y su padre... Jueces y fiscales han rechazado dos denuncias por evasión y corrupción hasta el momento. Sin embargo, este martes la Agencia Tributaria ha confirmado que Jordi Pujol Ferrusola movió 32,4 millones de euros a 13 países extranjeros entre los años 2004 y 2012, según la información remitida al juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz. Mientras, el quinto de la saga, Oriol, el único que se dedica a la política, reclamó en su día amparo a la Fiscalía: «Estamos en un punto de indefensión muy grave», declaró en Catalunya Ràdio el secretario general de CDC y presidente de CiU en el Parlament.
En Cataluña, los hijos de Pujol ni son tan conocidos, ni mucho menos venerados como sus padres. «Los vecinos se arremolinan cuando van a cualquier pueblo. El matrimonio es muy, muy querido. Pero la gente no sabe ni cómo se llaman sus hijos, salvo Oriol, que le ha costado labrarse un futuro y ahora está tocado», ilustra Ramón Pedrós, exjefe del Gabinete de Prensa de Jordi Pujol.
Aunque el mayor de la saga tampoco es tan desconocido. Su primer empleo se lo proporcionó Lluis Prenafeta, exsecretario de Presidencia, íntimo de sus padres y detenido por el caso Pretoria, una supuesta trama de corrupción inmobiliaria. A Jordi Jr., además del lujo, le gusta el deporte. Capitán del equipo de rugby del Barcelona, ganó la copa del Rey en 1983. Su mujer, la periodista Marta Gironés, ha dirigido distintos gabinetes de medios públicos.
Marta Pujol, la segunda, es arquitecta, como su marido mexicano de origen catalán. El despacho que montaron en Mataró se benefició de varias adjudicaciones de la Generalitat. Y ella, como la mayor parte de sus hermanos, no dudó en acompañar a su padre en viajes institucionales. Le sigue Josep, «un constructor muy inteligente», le define Félix Martínez, y uno de los más discretos con la prensa. Su nombre saltó cuando un supuesto islamista radical fue detenido en su casa de la Cerdeña. Trabajaba de albañil. También lo hizo cuando su hermano Oriol, entonces secretario general de Industria, encargó varios informes a la consultoría Europraxis, fundada por Josep. Tras varios escándalos, terminó vendiéndola. En la operación Hacienda le recordó que debía 18 millones de euros.
El cuarto, Pere, es agrónomo y fue gerente de la desaparecida Entorn, consultora ambiental que también ha disfrutado de contratos de la Generalitat. En 1997 apareció en Argentina acompañado del entonces director general de la cartera catalana de Energía. En una biografía no autorizada del expresident, Ramón Pedrós repasa las interpretaciones que se hicieron sobre la polémica: «Algunos sostuvieron que viajaba a cuenta de un organismo oficial, pero solo realizaba trabajos eventuales; otros que había sido una feliz coincidencia. El propio Pujol dijo que su hijo se había pagado el billete de su bolsillo».
Banca Catalana
A Oriol, el quinto, le llaman 'El Príncipe', es el único que ha recogido el testigo político y la alta burguesía catalana le mira con tanto recelo como al resto de sus hermanos por haber hecho dinero a cuenta del apellido. Pero diferentes biógrafos marcan una línea. Sus cuatro hermanos mayores acariciaron la posibilidad de formar parte de la sociedad catalana más adinerada y excluyente cuando su padre, después de ser torturado, encarcelado y confinado por el franquismo, se reincorporó en 1965 al consejo de administración de la Banca Catalana. Desde allí, impulsó todo tipo de iniciativas catalanistas hasta que dejó sus cargos en 1977. El potente grupo financiero acabó en los tribunales y Pujol se libró por poco. En 1990 la Audiencia de Barcelona decretó el sobreseimiento del sumario contra él y el resto de consejeros al no encontrar indicios suficientes de delito, aunque consideró que se pudo llevar a cabo una gestión desastrosa.
Oriol vivió el final de la aventura financiera de su progenitor, entregado ya exclusivamente a la patria. No conoció al padre banquero, igual que Mireia, la hija bailarina que ha terminado montando un centro de fisioterapia en Barcelona. Es la menos convencional y la más independentista. Sentimiento que comparte con el benjamín, Oleguer, con cargos en una veintena de empresas, la mayoría del sector inmobiliario.
«El estilo presidencialista de Pujol conformó un sistema de vida donde brilló la familia, que tuvo y tiene poder. Ahora han dejado de ser intocables, pero no hay nada en los juzgados», recuerda otro excolaborador. También, lo que decía el 'honorable' a su círculo más íntimo cuando «veíamos cosas no demasiado exquisitas. Nos contaba que tenía un gran complejo de culpa por no haberles dado más tiempo y atención a sus hijos. Quizás por eso fue condescendiente y tuvo tanta manga ancha».