Un Obama sin propuestas visita Oriente Próximo
El escepticismo domina la gira que el presidente de EE UU emprenderá el miércoles por Israel, Palestina y Jordania
EL CAIRO.Actualizado:Barack Obama vuelve a Oriente Próximo. Pero a diferencia de aquella primera visita histórica de 2009, cuando conseguía despertar dormidas esperanzas en la región y sus discursos -memorable aquel en la Universidad de El Cairo, quizás valedor de un Nobel de la Paz- traían viento fresco a los apolillados salones de la diplomacia árabe hoy pocos esperan algo de sustancia en la visita del presidente de Estados Unidos. Ni políticas nuevas ni planes para impulsar el proceso de paz entre palestinos e israelíes. Pura cortesía.
El jefe de la Casa Blanca llega a la región el miércoles, viajará a Israel, Palestina y Jordania, donde se reunirá con sus líderes, visitará monumentos, museos e incluso cenará con la nueva Miss Israel, la primera reina de la belleza hebrea de raza negra. Siria e Irán estarán en la agenda, también el proceso de paz y, aunque su objetivo sea relanzarlo aprovechando el nuevo Gobierno de coalición de Benjamín Netanyahu, el presidente estadounidense no trae ni soluciones ni novedades.
El nuevo-viejo escenario creado en Israel con el recién pactado Ejecutivo tampoco ofrece grandes posibilidades de avance. La que fue ministra de Exteriores, Tzipi Livni, ha conseguido que Tel Aviv acuerde volver a la mesa de negociación con los palestinos, pero pocos esperan que esta concesión de Netanyahu sea algo más que una fachada. Sus socios de Gobierno como Habait Hayehudi abogan por la absorción de Cisjordania y defienden la política del actual primer ministro en funciones de ampliar los asentamientos en Palestina, por lo que es posible que cualquier intento en las negociaciones de paz esté condenado al fracaso si el mandatario hebreo quiere asegurar la supervivencia de su coalición.
Temores por Siria
Siria será otro de los asuntos de fondo de la visita de Obama a Oriente Próximo. Washington no parece, por el momento, dispuesto a dar un paso más en su ayuda a los rebeldes que se enfrentan al régimen de Bashar el-Asad. Pero la prolongación del conflicto, de cuyo inicio se cumplieron dos años el pasado viernes y que ya ha costado la vida a más de 70.000 personas, ponen cada vez más presión en la Casa Blanca y en sus aliados. Israel teme el auge de grupos yihadistas en Siria y que el arsenal que atesora El-Asad pueda acabar en manos de Hezbolá. Jordania, por su parte, empieza a sentirse desbordada por los más de 400.000 refugiados sirios que acoge en su territorio.
En la agenda de los encuentros con las autoridades israelíes estará, seguramente, la cuestión iraní, aunque tampoco existen evidencias de que ni Israel ni, por supuesto, Estados Unidos, tengan la intención de pasar de las amenazas a la acción, al menos por el momento. En el actual escenario de crisis económica mundial, las autoridades norteamericanas no están dispuestas a embarcarse en nuevas aventuras bélicas ni arriesgarse a que pueda producirse una nueva crisis del petróleo.
Obama, que viaja con el nuevo secretario de Estado, John Kerry, llegará el miércoles a Tel Aviv, donde será recibido por Netanyahu y Peres. En el mismo aeropuerto podrá conocer de primera mano una de las baterías de la Cúpula de Hierro, el sistema de defensa antimisiles hebreo que Estados Unidos ha ayudado a financiar. Tendrá también encuentros por separado con ambos líderes y ofrecerá una comparecencia ante la prensa.
El jueves visitará el museo de Israel para conocer los pergaminos del Mar Muerto y acudirá a Ramala, donde se reunirá con el presidente palestino, Mahmud Abás y el primer ministro, Salam Fayyad. En Jerusalén dará un discurso ante estudiantes universitarios, al que no han sido invitados los de la Universidad de Ariel, en territorio palestino, posiblemente en un gesto contra la ampliación de los asentamientos en Cisjordania, que Washington ha denunciado aunque siempre con tibieza. Obama no hablará desde la Knesset, el Parlamento, como hicieron Bill Clinton y George Bush, sino desde un centro de convenciones, quizás para borrar connotaciones políticas a su mensaje y encauzarlo más hacia la sociedad hebrea, como hizo en la Universidad de El Cairo en 2009.
El viernes esta previsto que visite la tumba del primer ministro Yitzak Rabin y de uno de los fundadores del sionismo, el escritor Theodor Herzl, así como el museo del Holocausto y, en Cisjordania, la basílica de la Natividad, en Belén. De ahí se trasladará a Amán, donde será recibido por el rey Abdalá II. El sábado visitará finalmente Petra. Una gira de la que posiblemente se lleve más recuerdos turísticos que hitos diplomáticos.