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El sector naval regresa al pasado

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Basta una pequeña chispa para provocar un incendio. El sector naval de la Bahía vive en estos momentos otro de esos ciclos ‘horribilis’ que se producen cada diez años y que acaban, pese a las promesas políticas, en una dura reconversión industrial. No hay duda de que Navantia se aproxima hacia una solución final costosa y traumática. Las manifestaciones que han protagonizado los trabajadores de los tres astilleros esta misma semana han sido como un viaje en el tiempo. Por unos instantes hemos vuelto a la década de los noventa cuando el Gobierno socialista metió la tijera en la minería, la metalúrgica y los astilleros. Se trataba de la revolución industrial marcada por Europa con el único objetivo de ser más competitivos y borrar de un plumazo los sectores obsoletos que ya no eran rentables. La Bahía afrontó entonces una profunda reconversión en sus plantas de San Fernando, Puerto Real y Cádiz. Esas medidas de ajuste permitieron aguantar hasta 2004, fecha en la que se inició la segunda vuelta de tuerca para liquidar Izar, el conglomerado de astilleros públicos que quedó tras la primera reconversión, y alumbrar lo que hoy conocemos como Navantia. Los astilleros gaditanos volvieron a pelear contra la amenaza de desaparición y, a duras penas, vencieron, aunque en la batalla hubo una importante merma de su plantilla. La situación ahora es radicalmente distinta. La salvación de los astilleros de la Bahía se produjo hace diez años gracias a la firma de un paquete de contratos que permitió su viabilidad. Sin embargo, esta circunstancia no existe ahora. La empresa ha vivido hasta hoy de los acuerdos suscritos, sobre todo, con Venezuela, Australia y la Armada española. Lleva desde 2007 sin cerrar un contrato de construcción naval, lo que ha provocado una hemorragia de pérdidas acumuladas imposible de cortar. La situación económica de Navantia es insostenible. El subdelegado del Gobierno en Cádiz entiende la intranquilidad de los trabajadores pero, al mismo tiempo, les advierte de que cobran con regularidad y sin problemas. Es decir, ya les gustaría a muchos gaditanos tener la seguridad laboral que ofrece una empresa pública. Sin embargo, la afirmación del subdelegado resulta perversa en el fondo porque obliga de inmediato a lanzar una pregunta al aire que exige una respuesta clara y contundente. ¿Hasta cuándo va aguantar Navantia esta situación? El astillero de Puerto Real lleva trece meses parado, el de San Fernando sobrevive con la construcción de doce lanchas de desembarco para la marina australiana y el de Cádiz respira con reparaciones muy puntuales. El objetivo prioritario de los gestores de la compañía es evitar la quiebra. Todo apunta a que la dirección de Navantia trabaja en un plan estratégico de viabilidad que implica un ajuste de plantilla entre sus 5.200 trabajadores. El recorte, aún por definir, permitirá aguantar con vida a los seis astilleros españoles hasta que cristalice alguna de las ofertas comerciales de construcción militar que la empresa mantiene por una treintena de países. Navantia espera el momento para hacer público su plan.