Un Picasso de mudanza
XL Semanal publica mañana fotografías inéditas del genio malagueño que ilustran su relación con Françoise Gilot y Jacqueline Roque
Actualizado: GuardarBaúles y buhardillas. Dos elementos misteriosos para cualquier mente curiosa y que han dado mucho juego a los escritores y cineastas para iniciar y situar las más hermosas historias. También han servido, y sirven, para guardar los recuerdos más íntimos de una persona o de una familia y los tesoros que no se quieren encontrar. Pero el azar es caprichoso y juega sus bazas de forma arbitraria. Así, en 2007, casi siete décadas después de que desaparecieran de París, una maleta con más de 4.000 fotografías de Robert Capa, David Seymour y Gerda Taro sobre la última guerra civil aparecía en México.
Ahora, la diosa Fortuna ha querido que Pablo Picasso aparezca en escena, relajado, desenfadado y viviendo tranquilamente en los Alpes marítimos franceses. Son fotografías de Henri Traverso que mañana publica XL Semanal, la revista que todos los domingos se entrega con TU PERIÓDICO, y que encontró su hijo Gilles. Imágenes que el reportero gráfico francés no quiso publicar en su momento y las guardó hasta ahora. Una colección que recoge uno de los momentos más particulares del genio malagueño: cuando pasaba de una amante a otra. Fueron ocho. A siete, él las abandonó. Una osó dejarlo. Fue Françoise Gilot, madre de Claude y Paloma y que estuvo con el pintor entre 1944 y 1953. Cuando se conocieron en un restaurante, ella tenía 21 años y él superaba los 60. Picasso se quedó con Françoise y abandonó a Dora Maar. Eso sí, siempre manteniendo su matrimonio con Olga Khokhlova, de la que no quiso divorciarse para no repartir su fortuna.
Pero Françoise se cansó del malagueño. Cogió a los dos hijos y se largó mientras Picasso encontró consuelo en la sumisa Jacqueline, que dejó de ser su amante para convertirse en su mujer al fallecimiento de Olga. De esta manera, aparece Picasso en Cannes a donde se ha ido a vivir con su nueva conquista. Allí se instaló la pareja, disfrutando de la vida en la Costa Azul, con sus playas, su clima y, por supuesto, su festival de cine. Y siguió con sus obras, aunque cambiando sus pinturas y sus inspiraciones. Las musas -o su nueva esposa- le llevan a Matisse y Delacroix; aparecen otra vez españoles como Luis Miguel Dominguín, Lucía Bosé o Rafael Alberti. La gente se agolpa en su casa francesa y espera pacientemente, en la mayoría de las veces días, hasta que el genio les reciba. Traverso, también.
A Picasso no le gustaban los paparazzi, pero sí los buenos fotógrafos. Y el francés Henri Traverso lo era. Captó al pintor en sus momentos más divertidos: bailando y con una montera en la cabeza, charlando en la playa con una belleza, descendiendo de un coche vestido como un magnate texano del petróleo, en la alfombra roja del festival cinematográfico más importante del mundo o en la plaza de toros donde Picasso firma autógrafos como si fuera un actor de Hollywood. Precisamente las estrellas del séptimo arte fueron el objetivo de la familia Traverso, que se convirtió en todo un referente en Cannes.
La familia posee más de 170.000 negativos de los famosos que han pasado por la Costa Azul. Una jovencísima Brigitte Bardot, Elizabeth Taylor, un hipermusculado Arnold Schwarzenegger, Orson Welles, Robert de Niro o Pedro Almodóvar, entre otros, han pasado por el objetivo de estos artesanos de la fotografía que, todavía, tienen tesoros escondidos.