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En el círculo, un joven Ratzinger vestido con el uniforme militar. En la otra imagen, Wojtyla (sentado) en una comida de las milicias polacas poco antes de la guerra. :: R. C.
Sociedad

Los totalitarismos y dictaduras persiguen a los últimos papas

K. D.
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Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Los últimos tres últimos papas de la Iglesia católica son hijos del siglo XX, con las luces y, sobre todo, las sombras que esos años conllevan. Las biografías de Wojtyla, Ratzinger y Bergoglio -los hombres bajo la sotana blanca- quedaron marcadas, de una u otra manera, por los totalitarismos y dictaduras que en diferentes épocas desangraron a sus respectivos países. Los dos primeros vivieron en primera persona los horrores de la Segunda Guerra Mundial y el tercero la dictadura de Videla.

En cuanto ayer se supo que el nuevo Pontífice tiene 76 años y es argentino, brotaron rumores sobre posibles conexiones con las Juntas Militares que durante los 70 y 80 gobernaron con mano de hierro y sangre su país. De nuevo volvían a despertarse viejos fantasmas de la Iglesia católica, que con la elección de Benedicto XVI ya se vio obligada a enfrentarse a las nunca acalladas críticas por su permisividad e incluso convivencia con el nazismo.

Ratzinger nació en 1927, así que cuando Hitler accedió al poder en 1933 era apenas un niño. Sin embargo, en la Alemania de la esvástica eso no era óbice para entrar en la milicia. Como cualquier otro joven se encuadró primero en las Juventudes Hitlerianas y, posteriormente, en los estertores de la guerra, fue obligado a vestir el uniforme militar. Fue destinado a una batería antiaérea que defendía una fábrica de motores de avión de BMW. Posteriormente desertó y fue recluido unas semanas en un campo de prisioneros.

Si aquella guerra siempre ha estado presente en la memoria de Ratzinger, a Karol Wojtyla le marcó de por vida. Primero sufrió los rigores del nazismo y la muerte de numerosos amigos judíos a manos de las SS, y posteriormente la opresión de la URSS sobre Polonia. Dos ideologías totalitarias contra las que se reveló en su juventud y contras las que luchó abiertamente durante su pontificado. Él aprobó en 2000 un documento titulado 'Memoria y Reconciliación. La Iglesia y las culpas del pasado', en el que entonaba el 'mea culpa' del Vaticano por, entre otros episodios, la insuficiente condena pública de las atrocidades del nazismo. El autor de aquel texto fue un tal cardenal Ratzinger.