La sombra más oscura de Bergoglio
Resurgen las críticas de quienes lo acusan de ser ambiguo e incluso de colaborar con la dictadura militar. El Nobel Pérez Esquivel lo niega
Actualizado:A Ratzinger le persiguió su pasado en las juventudes hitlerianas y todo indica que la sombra más oscura en el currículo de Jorge Mario Bergoglio será su actuación durante el régimen militar argentino (1976-1983). Pocos minutos después de bendecir al mundo desde el balcón de San Pedro, las redes se incendiaron con una imagen en la que supuestamente da la comunión al dictador Jorge Rafael Videla. Indicio poderoso... y falso. Entonces no peinaba canas. La imagen, no obstante, consiguió el objetivo: resucitar las críticas por su supuesta relación con la sanguinaria dictadura. Pero no en las dos principales cabeceras de la prensa argentina -'La Nación' y 'Clarín'- que han recibido con todas las bendiciones el nombramiento de Francisco I. La batalla se libra en las redes, publicaciones digitales y diarios más minoritarios como 'Página 12', que ya en 2010 publicó un informe donde se le acusaba de haber colaborado con las autoridades de la época. Ayer lo recordaban uno de sus columnistas principales y las Madres de Mayo. Enfrente, lo defendían protagonistas de la vida social y cultural de Argentina como el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel o la ex Defensora del Pueblo Alicia Oliveira. «Hubo obispos que fueron cómplices, pero Bergoglio no», clamó el pacifista argentino.
El principal acusador del Santo Padre se llama Horacio Verbitsky, un veterano periodista de investigación que primero ingresó en las filas del grupo guerrillero Montoneros y más tarde, durante el gobierno militar de Videla, denunció la brutal represión. De su Agencia de Noticias Clandestinas salían cables sobre torturas y gente ahogada en el río. Pero fue hace dos años y medio cuando soltó una de sus mayores bombas: acusó directamente al arzobispo de Buenos Aires de hacer la vista gorda con algunas de las atrocidades del general y dejar sin protección a dos de sus jesuitas que vivían en barrios marginales.
Verbitsky recogió testimonios y documentos -que el Episcopado local considera falsos- donde detalla cómo Orlando Yorio, ya fallecido, y Francisco Jalics, que vive en Alemania, fueron detenidos en mayo de 1976 y torturados. Ambos sobrevivieron, pero su superior no movió un dedo para liberarles y ocultó la complicidad del Episcopado argentino con la Junta Militar, siempre según la versión del periodista, rechazada por el nuevo Papa. «Hice todo lo que pude con la edad que tenía y las pocas relaciones con las que contaba para abogar por personas secuestradas», se defiende en su autobiografía 'El Jesuita', publicada en 2010. Hasta la fecha no había contestado a las imputaciones «para no hacerle el juego a nadie, no porque tuviese algo que ocultar». En el libro entra en detalles, como sus dos entrevistas con Videla: «Siempre hablé con él en plan de averiguar el paradero de los curas detenidos». Reconoce, eso sí, que no fue «a lugares de detención, salvo una vez que concurrí a una base aeronáutica para averiguar sobre la suerte de un muchacho».
Sus defensores aseguran que ayudó a exiliarse a perseguidos por el régimen militar que mató o hizo desaparecer a 30.000 personas, calculan las organizaciones humanitarias. El mismo Bergoglio cuenta el caso de «un joven que se parecía bastante a mí. Lo saqué con mi cédula de identidad, vestido de sacerdote. Así pudo salvar la vida».
En los tribunales
Aunque nunca ha sido acusado en los tribunales por la Justicia, el Papa Francisco testificó, desde su oficina, en el juicio por el secuestro de los dos jesuitas. Y declaró que sus reuniones con Videla y el almirante Emilio Masera tuvieron «el único objetivo de reclamar la vida de los dos sacerdotes». También fue citado como testigo en la causa de Elena de la Cuadra, hija de una de las cofundadoras de las Abuelas de la Plaza de Mayo. Desapareció cuando estaba embarazada. Al parecer, la familia se carteó con el superior jesuita para que intercediera por la vida de la joven. Ayer, una de las portavoces de la plataforma denunció que no recibieron respuesta «cuando pedíamos y clamábamos a la Iglesia, entre los que estaba el padre Bergoglio».
Pero hay otras voces que dicen lo contrario. Como la de la jueza y ex Defensora del Pueblo argentina Alicia Oliveira: «Cuando la dictadura me echó, él estuvo permanentemente conmigo. Cuando alguien se tenía que ir del país, siempre estaba», declaró al diario Clarín.
En esta guerra por aumentar la sombra más oscura del pasado del Pontífice o iluminarla terciaba ayer uno de sus paisanos más apreciados, el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel: «A Bergoglio se le cuestiona porque se dice que no hizo lo necesario para sacar de la prisión a dos sacerdotes, siendo él el superior de los jesuitas, pero yo sé personalmente que muchos obispos pedían a la junta militar la liberación de prisioneros y sacerdotes y no se les concedía. Hubo obispos que fueron cómplices, pero Bergoglio no». En una entrevista a la BBC apuntó que muchos religiosos «hicieron gestiones silenciosas para liberar a muchas presas». Pero también, que «hubo muchos obispos que fueron pasivos. La jerarquía eclesiástica en muchos casos guardó silencio».