El hombre que amaba al puerto de Cádiz
Actualizado: GuardarLa jubilación de Rafael Barra como presidente de la Autoridad Portuaria supone la pérdida de uno de los iconos más queridos y respetados del puerto gaditano. Su afiliación socialista no ha sido un obstáculo para lograr acuerdos puntuales con el PP, mediar en los conflictos laborales, atraer a las navieras y, sobre todo, sacar a flote una empresa que languidecía por falta de actividad. Barra ha logrado en sus quince años de gestión colocar al puerto de Cádiz en lo más alto del ránking nacional y plantar cara al de Algeciras, que ha proyectado siempre una sombra muy alargada sobre los tráficos de mercancías que se desarrollan en la Bahía. La pugna entre uno y otro ha sido la lucha titánica entre el David de la Bahía y el Goliat del Campo de Gibraltar. Al final, el pequeño ha encontrado su hueco y ha sabido posicionarse en el mercado de los cruceros, además de mantener el negocio de los contenedores contra viento y marea. Barra se va y deja el listón muy alto a José Luis Blanco. Su jubilación es el punto y final a dos décadas de una gestión muy intensa y fructífera que debe continuar ahora su sucesor. Rafael Barra dio a conocer su salida en el Consejo de Administración celebrado el pasado febrero. Allí rindió cuentas y dejó un superávit de tres millones de euros en los fondos del puerto. Ese mismo día, un alto cargo de la Diputación Provincial me preguntó si era verdad el rumor que corría de Canalejas a la plaza de España sobre la despedida de Barra. Reconoció al instante que la salida de Barra provocaba un vacío importante en el puerto, pero al mismo tiempo me advertía de que quien perdía con su marcha era la ciudad de Cádiz en su conjunto, “porque si hay una persona que ama al puerto, ese es Rafael Barra”. Desde luego, no le falta razón. Barra es al puerto de Cádiz lo que Teófila Martínez a la ciudad. Se trata de dos figuras indisolubles e indisociables que cuesta mucho trabajo apartarlas de lo que representan. Teófila, por ejemplo, es la imagen de Cádiz, mientras que Rafael Barra y el puerto de la ciudad son como dos hermanos siameses imposibles de separar. Este ingeniero de caminos, de voz ronca y tranquila, se va a su retiro familiar por la puerta grande. Quiere estar con los suyos. Disfrutar de sus nietos y contemplar la Bahía desde otro horizonte. Sin embargo, me pregunto si el cansancio y la edad, 67 años, son el argumento perfecto para escribir su epílogo en política. El nombre de Barra sonó en varias ocasiones como candidato a la alcaldía de Cádiz por el PSOE, pero aquella proclama electoral solo quedó en un ruido de tambores en los despachos de San Antonio. Nunca se postuló para el cargo de una manera ferviente, a pesar de que algunos compañeros de partido lo jalearon como la alternativa a Teófila. Su perfil, pausado y excesivamente técnico, llevó a ciertos dirigentes del socialismo local a expresar por lo bajini esa frase tan recurrente que apaga cualquier esperanza de futuro: “No tiene carisma. Necesitamos a alguien con gancho popular”. La dirección del PSOE ha cambiado y todavía quedan en sus filas compañeros que apuestan por Barra para encabezar la lista a las municipales de 2015. Puede ser la opción de futuro que maneja el partido. Toca saber ahora si Barra está dispuesto a regresar al circo político.