Con la misma sensación

Los sobres de Bárcenas y sus 22 millones de euros supuestamente evadidos a Suiza, o la historia de Urdangarin y Cristina con sus presuntos arreglos en su pisito por valor de tres millones de euros, me producen una extraña sensación. La misma que me provoca ese presunto triángulo de amor y amistad entrañable entre el Rey, Corina y la Reina, o aquella que me da la rapidez con que operan a su majestad, o quizás esa que origina los comentarios homófobos de todo un ministro por la pervivencia de la especie humana, o esa sensación que queda, al ver el indulto a un camicace, o aquella que me ocasiona las dietas de un diputado, o acaso ese efecto de impotencia ante desahucios y recortes, o quizás la que me produce el sobresalto mensual de ver aumentar los dígitos de parados.

Esa sensación de saber que no va a pasar nada y que todos quedarán impunes con la impresión de intuir que pretenden que el paso del tiempo haga el trabajo de distracción para el olvido de las cosas. Esa sensación, es la que siento cada año cuando termina el concurso y el carnaval.

Otro año más que se protesta de todo. Del jurado tan malo, de la preselección tan larga, de las letras chovinistas, de la falta de periodismo cantado, de la retransmisión, de los montajes, de la final tan corta, de las colas del Falla, de la cabalgata, del sábado de carnaval, de las fiestas gastronómicas, de los tablaos, de la falta de policía, del trato a las ilegales, de la apatía hacia infantiles y juveniles, de la crítica de la prensa hacia los participantes, de la elección del pregonero, del desinterés por los romanceros, etc.

Esa sensación, que pica y escuece, nunca nos la quitaremos si mantenemos cada año el mismo patronato, el mismo concurso, el mismo tipo de jurado, las mismas fiestas, las mismas normas, la misma retransmisión, los mismos periodistas y por supuesto el mismo concejal.

Todo seguirá igual cada febrero mientras que a tantos estómagos agradecidos les vaya todo tan bien.