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Los cardenales DiNardo y O'Malley, ayer, en una rueda de prensa en Roma. :: ALESSANDRO BIANCHI / REUTERS
Sociedad

El lobby de los cardenales estadounidense sacude el cónclave

Lidera el deseo de renovación y apunta a un Papa no europeo

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Los cardenales estadounidenses Di Nardo y el papable O'Malley, sentados ayer en un teatro respondiendo a los periodistas, eran dos marcianos en Roma, donde entre los purpurados priman el hermetismo y los encuentros secretos. Si se le añade el estilo desenfadado, a años luz de la retórica de tantos de sus colegas, casi son revolucionarios. Si se compara el sayo capuchino y las sandalias de O'Malley con el cochazo que exhibió por la mañana Tarcisio Bertone, el secretario de Estado vaticano, se puede hablar de abismo. «Llevo el hábito desde hace 40 años y seguiré con él, porque no creo que vaya a ser Papa», respondió.

Las visiones de unos y otros sobre la Iglesia también son distintas, y con la sorprendente rutina que ha creado el grupo de EE UU de dar una rueda de prensa diaria en el colegio norteamericano del Gianicolo se han convertido en la cara visible del sector que quiere transparencia, renovación y limpieza, en oposición al 'partido de la Curia'. Daniel Di Nardo, arzobispo de Galveston Houston, y Sean O'Malley, de Boston, que habla un castellano perfecto por sus años en la isla de Pascua y como profesor de literatura española, reclamaron la necesidad de información sobre lo que realmente se cuece en Roma para entrar en el cónclave con conocimiento de causa. Ya lo hicieron el día anterior sus colegas Wuerl y George. «Queremos saber todo lo posible sobre el gobierno de la Iglesia y la Curia», dijo Di Nardo. Qué hay detrás del 'caso Vatileaks', de la gestión del IOR, el banco vaticano, y de la caótica gestión de la Iglesia, las grandes cuestiones que debería afrontar el nuevo Papa y Benedicto XVI ha dejado pendientes.

«A muchos cardenales les preocupa que si no hay tiempo suficiente para las congregaciones generales, si se recorta el tiempo para la discusión, el cónclave podría alargarse», advirtió O'Malley. «Mejor discutir antes, no hay prisa», concluyó, tras apuntar con humor que además en Roma «es difícil comer mal». Que el lunes se decidiera, por votación, que en las tardes de ayer y hoy no habría reuniones ha sido una señal interesante: una mayoría prefiere tener tiempo para verse, consultarse y organizarse en privado. Di Nardo explicó que lo mejor de las reuniones de la mañana son las pausas del café, «porque tienes conversaciones individuales». Emerge una nueva sensación de que no hay prisa por empezar, pero todos los que lo dicen (el veterano alemán Kasper, el sudafricano Napier, el francés Barbarin...) se pueden inscribir en un sector ajeno a las componendas de la Curia.

Los bandos

Se están creando los bandos del cónclave. El de la Curia estaba ya muy engrasado, y los extranjeros necesitan organizarse. En las 13 intervenciones del lunes hubo tres cardenales que pidieron información sobre 'Vatileaks': Kasper y el austriaco Schonborn, muy críticos con la Curia, más el húngaro Erdo, uno de los papables. Sin embargo, la respuesta del español Julián Herranz fue vaga, según varios medios. Es el presidente de la comisión de tres cardenales 'detectives' que elaboró un dossier secreto que pasará al nuevo Papa. También el decano de los cardenales, que dirige las congregaciones, Angelo Sodano, hizo una defensa cerrada de la Curia. En la sesión de ayer se llegó a 33 intervenciones y se habló de «renovación de la Iglesia» y de «la actividad de la Santa Sede», según el portavoz, Federico Lombardi.

Los estadounidenses están asumiendo el liderazgo de una corriente opuesta a la Curia y que busca su candidato. Son 11 electores, el segundo grupo nacional más numeroso, y con los tres canadienses y 19 latinoamericanos suman 33 votos. Tienen buenas relaciones con sus colegas del sur y varios hablan castellano. También entre los europeos tienen apoyos. Si hay por primera vez un Papa no europeo probablemente será americano, el grupo más cohesionado. El primero es ese anacronismo de los italianos, que llevan 28 cardenales a la Sixtina. La mayor parte y el grupo de la Curia, dirigido por dos italianos, Bertone y su predecesor, Angelo Sodano, componen el núcleo resistente a los cambios.

Se asocian a Bertone los que ha ido colocando en la Curia, como Versaldi, Farina, Amato, Bertello, Piacenza, Vegliò, Calcagno y Ravasi, además de dos del IOR, el indio Toppo y el brasileño Scherer. Sodano, que no va al cónclave, cuenta con Re, Sandri, Rodé, Romeo, Lajolo, Poletto, Sardi, Backis. Y les secunda el exsecretario de Juan Pablo II, con sus últimos fieles, Grocholewski, Puljic, Comastri, Rylko, Sepe, Caffarra. Es decir, un paquete de una treintena de votos, como el de los renovadores, cerca de la decisiva minoría de bloqueo: con 115 electores se requiere una mayoría de dos tercios, 77 votos, y se logra impedir con 39 votos.