Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Miles de simpatizantes del candidato y actual primer ministro de Kenia, Raila Odinga, en el estadio nacional de Nyayo. :: EFE
MUNDO

Un millón de nuevos problemas al año

La explosión demográfica y los conflictos intertribales constituyen los principales retos de Kenia, la potencia africana que hoy celebra elecciones presidenciales

GERARDO ELORRIAGA
Actualizado:

Lo realmente extraño no es que Uhuru Kenyatta, uno de los dos principales candidatos a la presidencia de Kenia, esté acusado por el Tribunal Internacional de la Haya de la comisión de crímenes contra la humanidad. La circunstancia más asombrosa se encuentra en el hecho de que su principal oponente no lo haya sido. Raila Odinga, primer ministro y favorito en la elecciones que tienen lugar hoy, se atribuyó el éxito en los anteriores comicios de 2007, ganados por su oponente Mwai Kibaki. La reclamación fue seguida de un estallido de violencia entre sus seguidores, mayoritariamente miembros de la comunidad luo, frente a los del vencedor, de origen kikuyu. El resultado fueron 1.300 muertos, más de 600.000 desplazados y un Gobierno de coalición que satisfizo a ambos políticos.

Cinco años después, al temor a nuevos disturbios poselectorales se suma la incógnita que plantea un dirigente que puede ser repudiado por Occidente y el olvido que sufren 100.000 afectados por aquel drama que aún no han podido volver a sus hogares. La división tribal, instrumentalizada por una elite corrupta, constituye uno de sus principales problemas, pero la excepcionalidad de Kenia radica en su capacidad para reunir en un territorio algo más grande que el español toda la variedad de conflictos que acechan a los Estados del subcontinente negro. Curiosamente, el mayor apenas trasciende a los medios de comunicación. Cada año, este país de escasos recursos naturales suma un nuevo millón de habitantes. El desaforado crecimiento demográfico, similar al que padecen los vecinos Tanzania y Etiopía, se ha convertido en la mayor amenaza para su estabilidad y desarrollo.

El Ejército distribuye los exámenes que capacitan a los alumnos para acceder a la Universidad. Esa prueba supone la posibilidad, tal vez, de abandonar los slums o anillos de miseria que rodean a la capital Nairobi y que acogen a dos millones y medio de inmigrantes llegados de todas partes. Pero la realidad es obstinada y el paro también abunda entre los licenciados superiores. Hoy, el 40% de la fuerza laboral está en paro y la mitad de la población subsiste en condiciones miserables. La situación es aún más dramática en el norte, donde la sequía ha generalizado la hambruna entre sus habitantes, ligados a una economía de mera subsistencia.

Agricultura comercial

La potencia del África Oriental, un país de pujante agricultura comercial y grandes atractivos turísticos, se sustenta sobre pies de barro y numerosas contradicciones. Este aliado estratégico de Estados Unidos apuntala la incipiente estabilidad somalí, cuando lo cierto es que su propia cohesión interior resulta frágil. El clientelismo tribal ha favorecido tradicionalmente a los kikuyu con un reparto de fundos -fincas rústicas- tanto en el interior como en la periferia. Esa tendencia, de claros réditos electorales, ha generado un resentimiento profundo, manifestado en periódicos capítulos violentos, generalmente vinculados a citas con las urnas y con escenario en la región occidental de Rift Valley.

El rápido incremento poblacional ha agudizado ese fenómeno y las disensiones interétnicas siguen impidiendo la estructuración de una nación moderna. En la cuenca de río Tana, las pugnas entre los pueblos agricultores pokomo y los ganaderos orma, resueltas con arcos y machetes, ponen de evidencia que incluso en uno de los países más desarrollados los sentimientos de odio atávico se dirimen en una sucesión infinita de ataques indiscriminados y subsiguientes venganzas.

El régimen de Nairobi se ha convertido en uno de los adalides en la lucha contra el fundamentalismo islámico y su ejército combate a las milicias de Al-Shabab, mientras los conflictos propios crecen alentando la radicalización política y religiosa. La Provincia Costera, de mayoría musulmana, se ha convertido en el marco de un movimiento secesionista. Una vez más, la presión sobre el suelo alienta el conflicto.

El atractivo de una zona bañada por el Índico ha fomentado la llegada de nuevos colonos y proyectos de infraestructuras turísticas que despojan de sus hogares a los nativos carentes de títulos de propiedad y favorecen los discursos extremistas. El eslogan 'Pwani Si Kenya' defiende que el litoral no es keniano y el movimiento Mombasa Republican Council reclama una república con capital en la segunda ciudad del país.