Incertidumbre en la almadraba

Es una de las artes de la captura del atún más antiguas. Durante generaciones se ha ido traspasando de padres a hijos y actualmente 500 familias continúan viviendo directamente de la almadraba. Pero hace unos años, en 2006, las autoridades consideraron que había llegado el momento de poner coto a las capturas de atún ante la gravedad que corría la especie, según los pescadores, debido a la «pesca indiscriminada de los atuneros italianos y griegos». Sea como sea, desde entonces, la cuota se ha visto reducida considerablemente, a pesar de que, como apuntan los profesionales del sector, llevan viendo desde hace un par de años cómo el número de atunes que se ven obligados a devolver al mar aumenta cada año.

Pero respecto a esta temporada, aún es el día en que no saben si tendrán que pelear o verán sus peticiones escuchadas, ya que, aunque los pescadores ya han empezado a preparar la mara y ya hace casi un mes que comenzaron las tareas en tierra, los almadraberos desconocen cuál será la cuota destinada para este año. Esta situación de incertidumbre provoca que los pescadores no sépan cuánto van a cobrar por pieza adquirida ni puedan establecer con la flota vasca cuantos ni por cuanto podrán adquirir el atún sobrante de sus caladeros, para compensar las pérdidas de echar al mar la captura sobrante.

Pero no todos son falta de noticias, lo que sí que saben las almadrabas gaditanas es que tras muchos años de lucha por fin han entrado a formar parte de la normativa comunitaria, lo que implica que a partir de esta temporada sus necesidades serán escuchadas y que desde las instancias europeas se empezará a pelear por mantener y darle el lugar que se merece a una de las tradiciones más importantes de la provincia.

Porque si bien los beneficios directos obtenidos no van dirigidos a muchos, es sabido por todos que su existencia ha supuesto la aparición de un nuevo turismo gastronómico interesado en conocer de cerca esta forma de pesca que, al fin y al cabo, hace a Cádiz aún más única.