El último Ángelus de Benedicto XVI
El cardenal de Sídney no cree en conspiraciones de la prensa y exige al Vaticano que revele el dossier secreto El Papa se despide ante 100.000 feligreses y asegura que su renuncia «no significa abandonar la Iglesia»
ROMA. Actualizado: GuardarBenedicto XVI entra en la última semana de su pontificado, que abandonará el jueves a las ocho de la tarde, y empieza a despedirse. Ayer fue la última vez que se asomó a la ventana de su estudio, como cada domingo, para rezar el Ángelus con los fieles en la plaza de San Pedro. Acudieron unas 100.000 personas, según datos del propio Vaticano, una multitud que sigue quedando lejos de las 200.000 previstas en la víspera. También el pasado domingo se quedaron en 50.000.
La peculiar situación originada por la renuncia del Papa no deja de crear desconcierto, en este caso en las autoridades, que aún funcionan con los esquemas de la muerte de un Pontífice y esperan desde hace dos semanas la invasión de una muchedumbre que nunca ha llegado. Pero es normal, porque este adiós es muy largo -desde que Ratzinger lo anunció el pasado día 11- y no a todo el mundo se le ocurre organizar un viaje a Roma solo para asistir a un Ángelus de apenas 15 minutos, como el de ayer. El miércoles, en la última audiencia general, se supone que por fin se verá una despedida masiva.
El domingo anterior, el primero tras la sorpresa de la dimisión, el clima en San Pedro era triste y silencioso, como si la gente aún no hubiera encajado lo ocurrido. Pero ayer fue distinto, se veía más animación, muchas más pancartas y banderas y se oyeron vivas y consignas. También a Benedicto XVI se le notaba con más energías, tras una semana retirado en ejercicios espirituales. En su breve intervención de cinco minutos habló de la importancia de la oración, de un «continuo subir al monte del encuentro con Dios». «El Señor me llama a 'subir al monte', a dedicarme todavía más a la oración y a la meditación», explicó en referencia a su renuncia. No obstante quiso aclarar: «Pero esto no significa abandonar la Iglesia, es más, si Dios me pide esto es precisamente para que yo pueda seguir sirviéndola con la misma dedicación y el mismo amor con que lo he hecho hasta ahora, pero en un modo más acorde a mi edad y mis fuerzas».
Últimos actos
El Papa emprende hoy la recta final de su mandato con sus últimas citas para cerrar sus asuntos y saludar a las personas más cercanas en la Curia. Hoy tiene previsto recibir a algunos cardenales, mañana descansará y el miércoles acogerá a todo el colegio de purpurados. Uno de estos encuentros, quizá hoy, será particular: verá a los tres cardenales 'detectives' a los que encargó un informe secreto con toda la verdad sobre el 'caso Vatileaks'. Es el dossier que le fue entregado el pasado 17 de diciembre y cuyo contenido, «demoledor» según la prensa, habría pesado en su renuncia. Esta semana el diario 'La Repubblica' ha asegurado que cuenta con 300 páginas y contendría explosivas revelaciones sobre un 'lobby' gay y chantajes a prelados homosexuales. La secretaría de Estado, dirigida por el cardenal Tarcisio Bertone, acabó replicando el sábado con una dura acusación a la prensa, a quien atribuyó un intento de «condicionar» el cónclave con «noticias falsas».
Pero no todos están de acuerdo con teorías de la conspiración, una prueba más de las tensiones internas que vive el Vaticano y se obstina en desmentir. El cardenal de Sídney, George Pell, muy respetado, ha tomado la palabra para pedir explicaciones: «Tras haber leído las reconstrucciones sobre el dossier secreto, cuyo contenido para mí es desconocido, creo que es obligado que el Vaticano diga algo al respecto. Si el dossier contiene lo que la prensa italiana sostiene entonces hace falta una profunda reforma de toda la curia romana y del Vaticano mismo». La frustrada reforma de la Curia, que el propio Benedicto XVI ha admitido como un fracaso de su mandato, será una de las grandes prioridades del próximo Papa y ya está marcando la agenda del cónclave. Porque su colapso está entre las razones que han empujado a Ratzinger a abandonar.