ANDALUCÍA

El 28F vuelve a la pancarta

Los socialistas, que ya no son primera fuerza política, retoman el espíritu de los ochenta para alertar de pérdida de autogobierno La crisis y los recortes duplican el porcentaje de los que prefieren un Estado centralizado al autonómico

SEVILLA. Actualizado: Guardar
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La conmemoración del día de Andalucía el 28 de febrero, en recuerdo a la jornada de 1980 en que se votó la autonomía plena de la Comunidad, ha estado rodeada casi siempre de diatribas y tensiones partidistas. Ni siquiera en la celebración de los actos institucionales hubo sintonía entre los partidos con representación en la Cámara (PSOE, PP, Izquierda Unida y el PA hasta 1994). Izquierda Unida casi siempre se ausentaba de la entrega de medallas a personas distinguidas y organizaba sus propios actos del día. El PP acudía unos años y otros no. Solo en la izada de bandera y discursos en el Parlamento coincidían todos.

Los temas de confrontación fueron muy diversos, pero la reivindicación por la deuda histórica y por el reconocimiento del censo andaluz para su financiación y las tensiones localistas fueron los más cañeros durante los años de gobierno de Aznar (1996-2004). En varias ocasiones la tensión partidista tenía su lógica al acontecer la conmemoración en campañas electorales cada cuatro años desde 1996. Pese a ello, el PSOE, partido en el Gobierno desde las primeras elecciones en 1982, intentó siempre dejar fuera del 28F los actos del partido para darle fuste a los institucionales.

Este año la conmemoración concita paradojas. Todos los partidos han anunciado que acudirán al acto del Parlamento y a la entrega de las medallas organizada por el Gobierno, incluida Izquierda Unida que forma parte de este por primera vez. Pero también por primera vez desde los ochenta, los socialistas salen a la calle y retoman la pancarta en una conmemoración del 28F. Como si hubiera intercambio de papeles entre los socios de gobierno.

Diputados y cargos del PSOE acudirán a las manifestaciones del día 28 en las ocho provincias organizada por una plataforma social de una veintena de organizaciones, incluidas UGT y CC OO. Los consejeros y el presidente Griñán no estarán, aunque sí los consejeros de IU y su vicepresidente, Diego Valderas. El PSOE justifica este paso en que la crisis y las actuaciones del Gobierno de Rajoy para atajarla están poniendo en peligro conquistas autonómicas que se pensaban seguras. Reformas y ajustes que, en opinión del PSOE, están sirviendo de coartada para recentralizar competencias y para privatizar servicios públicos tan básicos en el estado del bienestar social como sanidad y educación. Por ello apelan a recuperar el «espíritu reivindicativo» del primer 28F y movilizar a los ciudadanos para que estén alerta.

El mensaje del PSOE responde a una estrategia no del todo desinteresada. Ha dejado de ser el primer partido de Andalucía en favor del PP, pero además parte de sus votantes se están yendo a Izquierda Unida. Un año después de las elecciones, las encuestas auguran un ascenso de Izquierda Unida y la congelación del voto socialista pese a la caída del PP.

Desafectos de la autonomía

Pero hay algo más en esas encuestas que, según los expertos consultados por este periódico, debe llamar a los partidos andaluces a la reflexión: El porcentaje de andaluces desafectos con la autonomía andaluza crece cada año. La última encuesta de opinión pública de la Universidad de Granada, a la pregunta sobre la organización territorial del Estado, la mayoría responde que prefiere un estado con comunidades autónomas como en la actualidad. Pero el porcentaje baja considerablemente desde que arrancó la crisis, pasando del 69,5% que opinaba así en 2007 al 44,6% de este enero.

Por contra, los que defienden un estado central sin autonomías suben un escalón cada año de la crisis, pasando del 13,1% en 2007 al 27% este año, el doble. Es cierto que también se incrementa el porcentaje de los que prefieren un estado federal (del 11,1 al 20%).

En la encuesta del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA) del pasado diciembre, los porcentajes eran muy parecidos: El 20,3% prefería un estado sin autonomías y un 10% con menos autonomía que en la actualidad, frente al 42% que se decanta por continuar como hasta ahora y otro 10% que reivindica mayores cuotas de autonomía.

Tanto para el sociólogo y director del IESA, Eduardo Moyano, como para la profesora de Ciencia Política de la Universidad Pablo Olavide, Carmen Ortega, la crisis es el origen por el que crece la desafección hacia la autonomía del mismo modo que aumenta la desconfianza hacia la política en general hasta convertirse en el tercer problema para los españoles.

Moyano subraya que en España vivimos «una especie de ficción» al creer que un estado autonómico es como uno federal. Esa ficción, añade, hace que la población crea que los gobiernos autonómicos son los responsables de la cantidad y calidad de los servicios que reciben los ciudadanos, cuando en la práctica eso no es exactamente así. «Los gobiernos autonómicos gestionan recursos y prestan los servicios y por ello son responsables de si los gestionan bien o mal y de la calidad de los mismos. Pero en la práctica, dependen de las transferencias del gobierno central». «Y eso lo vemos en esta crisis brutal que estamos viviendo» con el deterioro de la sanidad y la educación que perciben los ciudadanos, añade.

El ciudadano culpabiliza de ello a la administración que presta el servicio, es decir, el gobierno autonómico. En consecuencia, continúa Eduardo Moyano, hay una creciente desafección hacia el gobierno autonómico, sobre todo en aquellas comunidades autónomas donde el sentimiento indentitario nacionalista es bajo. Por eso, a pesar de la crisis, el sentimiento autonómico crece en Cataluña y el País Vasco, donde el deterioro de los servicios se lo achacan al gobierno central, y disminuye en el resto donde el sentimiento nacionalista es menor.

Para Moyano, el caso de Andalucía es intermedio y hay que mirar el vaso medio lleno, ya que es de las comunidades no históricas donde menos ha disminuido el grado de valoración de la autonomía, aunque se haya incrementado en los últimos años. En su opinión, mucho tiene esto que ver con el proceso reivindicativo que recorrió Andalucía para alcanzar la autonomía plena y que no se dio en esas otras comunidades no históricas.

En este sentido, Carmen Ortega puntualiza y recuerda que en las encuestas la mayoría responde que se sienten tan andaluces como españoles. También un dato a tener en cuenta respecto al sentimiento con el Gobierno central. Sea del signo que sea, gobierne Zapatero, Aznar o Rajoy, siempre prevalece el sentimiento de que Andalucía recibe menos que Cataluña o Madrid.

Para la directora del Centro de Análisis Política y Electoral de Andalucía (Capdea), con la crisis «ha calado en la opinión pública que no podemos permitirnos el estado de las autonomías» porque resulta demasiado costoso. A ello contribuye en su opinión los discursos que se lanzan desde la oposición sobre despilfarro, la necesidad de acudir al Fondo de Liquidez Autonómica por la cicatería de los bancos en prestar dinero a la comunidad autónoma o el mismo control del déficit, cuyo objetivo Andalucía lleva incumpliendo en los años de la crisis.

Más eficiente en lo micro

Ortega cree necesario advertir que los estudios de expertos en la materia coinciden en señalar que un estado centralizado es más eficiente en la contención del gasto y en la consecución de los objetivos macroeconómicos. Pero a nivel micro, a la hora de responder a las necesidades de los ciudadanos, son más eficientes los estados descentralizados. «El reto de los políticos autonómicos es demostrar que la autonomía no gestiona peor los recursos que un gobierno centralizado», apunta Ortega.

Para la profesora Ortega, toda reforma económica lleva consigo cambios en la estructura política y territorial. Lo que ocurre en su opinión ahora es que, frente a los años de la transición, se ha roto el consenso sobre el estado autonómico. Hay opciones que tiran más a la centralización, como el PP, mientras el PSOE está ofreciendo alternativas federalistas. En su opinión, los principales partidos deben sentarse y llegar a «un acuerdo de mínimos» sobre el marco del modelo territorial como un «ejercicio de responsabilidad».

Cree que las manifestaciones de este 28F parten del temor cierto de que esta tensión territorial, con los nacionalismos periféricos reivindicando más autonomía, acabe rompiendo el 'café para todos' fruto de la movilización andaluza de 1980. «No somos conscientes de que eso puede volver».

Moyano advierte que debates como el federalista de alcanzar cotas más altas de autonomía «no está presente en la opinión pública andaluza, y no creo conveniente atizarlo». Los andaluces aceptan el actual status « lo que debemos hacer es aprovecharlo mejor para mejorar nuestro tejido productivo y mejorar la calidad de los servicios». En su opinión el debate del 28F debe centrarse en cómo obtener una economía más competitiva y eficiente en los próximos años.