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Numerosas personas se concentran en la plaza del Duomo de Milán durante el mitin de Beppe Grillo. :: TONY GENTILE / REUTERS
MUNDO

Grillo desata el pánico entre los políticos italianos

Si está entre los primeros partidos y relega a Monti, Bersani se quedaría sin nadie con quien pactar en caso de triunfo ajustado A tres días de las elecciones, el cómico abarrota las plazas y su ascenso aumenta el riesgo de un resultado caótico

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«¡Estáis rodeados, rendíos, os prometemos que no usaremos con vosotros la violencia física, os trataremos con amor, como a los enfermos mentales!», tronaba Beppe Grillo la noche del martes en la plaza del Duomo de Milán, llena a rebosar con 40.000 personas. Hablaba de los políticos, así en general, pues considera a todos sin excepción una banda de vividores y corruptos, sensación que comparten muchos italianos. Él ha dado voz a ese hartazgo de generaciones a través del Movimiento Cinco Estrellas (M5S), que ataca a todo el sistema en bloque.

También odia la televisión y no aparece nunca en ella, ni da casi entrevistas, algo que debería ser un suicidio en política. Su triunfo se ha gestado en la web y en la calle, porque ante todo es un cómico, domina la escena y tiene gracia. Mientras los otros líderes aburren con más de lo mismo en pesados debates televisivos él llena las plazas de norte a sur y la gente se carcajea de placer cuando degrada a los políticos con motes: el enano (Berlusconi), Gargamel (Bersani) o el cura del exorcista (Monti).

Los desprecia y su programa es echarlos a todos. Su gran gira se llama, de hecho, 'Tsunami tour'. Sobre lo demás hay grandes dudas. Tiene un programa ambiguo y populista, de corte ecologista, con propuestas radicales para recortar gastos y privilegios a los políticos y un reférendum sobre la permanencia en el euro. Que Grillo, de 64 años, llenara la plaza del Duomo fue la última señal de alarma para los partidos tradicionales, que ven ya con pánico su espectacular ascenso.

En ese mismo lugar Pierluigi Bersani, del Partido Demócrata (PD), que teóricamente ganará las elecciones, dejó la plaza a medias. Y en cualquier caso Milán es el feudo histórico de Berlusconi. «¡Somos ya el primer partido!», berreó Grillo ante la multitud exaltada. Puede parecer una exageración, pero la última vez que lo dijo, en octubre en las elecciones regionales de Sicilia, acertó contra todo pronóstico.

Aquel fue el primer aviso serio de Grillo, tras haberse impuesto ya en tres ayuntamientos en las municipales de mayo, entre ellos una capital como Parma, con un municipio saqueado por los partidos. Es matemático: ante la desesperación, al final la gente le vota. En Sicilia se gastó 25.000 euros en toda la campaña, lo primero que hicieron sus diputados fue reducirse el sueldo y luego devolvieron 1,4 millones que les correspondían de reembolso electoral, un odiado truco de los partidos para financiarse que quieren eliminar. Las listas del M5S están formadas por gente corriente y, se supone, decente, seleccionada en grupos locales y por internet. No obstante la principal acusación en su contra es de escasa democracia interna y varios miembros han sido expulsados. Algunos simplemente por acudir a debates de televisión. Para Grillo no hay que entrar en el juego de la política tradicional bajo ningún concepto.

Indecisos y desencantados

En los últimos sondeos autorizados hace dos semanas Grillo se peleaba por el tercer puesto con la coalición de centro de Mario Monti con un 15% de los votos, pero varios le situaban ya por encima con un 20%. Desde luego podría ser segundo partido y superar al de Berlusconi. Es posible que sea un clásico caso de partido subestimado en los sondeos y en esta recta final puede atraer entre dos y tres más. Los indecisos son todavía un 30%, cinco millones de personas que decidirán en el último momento, y Grillo es el partido más atractivo para los desencantados de todo signo.

Las preguntas que plantea un posible triunfo del cómico genovés, que por cierto no se presenta a las urnas y solo apadrina el movimiento, son enormes. Él mismo ha confesado que no están preparados y es demasiado pronto. Parece que su idea sería quedar segundos, esperar el derrumbe de un Gobierno de pocos meses y luego arrasar. Porque lo cierto es que un buen resultado de M5S es una garantía de ingobernabilidad, con nervios en los mercados, subida de la prima de riesgo y demás síntomas apocalípticos.

El escenario más probable hasta ahora, sin una victoria clara del PD, era que tuviera que pactar con Monti. Pero si el ascenso de Grillo acaba por relegar al hasta ahora primer ministro y obtiene un mal resultado ni siquiera sus escaños darían una mayoría a Bersani. Es impensable una alianza del PD con Grillo ni con Berlusconi, y a menos que se unan todos contra el cómico en una gran coalición de emergencia, habría que repetir las elecciones. El miedo a esta situación es, de hecho, el principal punto a favor de un voto útil al PD, para que gane cómodamente y no se plantee el problema.

Las elecciones se ven como un cambio de época, gracias a Grillo, que quiere una revolución civil «desde abajo», algo que les da el carburante de entusiasmo y el apoyo de artistas e intelectuales como Darío Fo o Adriano Celentano.