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«No miremos hacia atrás, porque entonces nos vamos a caer»

El ganador de diez Goyas cree que el público y los medios «están dejando de dar la espalda a un cine de moda en el mundo» Pablo Berger Director de 'Blancanieves'

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Pablo Berger reconoce que no las tenía todas consigo cuando Juan Antonio Bayona obtuvo el Goya al mejor director. Fueron unos minutos de incertidumbre hasta que 'Blancanieves' sumó su décima estatuilla y se convirtió en la gran triunfadora de la noche. Esta misma semana el director bilbaíno parte hacia Sudamérica a promocionar una cinta que se estrenará en Estados Unidos el 29 de marzo. «Los Goya no son el final del camino. Volvemos a las salas con el doble de copias, 128. Quiero que el público no tenga miedo a ver una película muda que es para todos los públicos, incluido los niños».

-¿Cómo se siente?

-En una nube. Todo empezó maravillosamente en Toronto, continuó en San Sebastián y desde entonces ha sido un gran carnaval de fiesta y alegría. Ayer fue la apoteosis, salir por la puerta grande.

-¿Se inquietó cuando Juan Antonio Bayona recibió el Goya al mejor director?

- Sí. Ya daba por perdido el premio a mejor película. Creí que se lo iba a llevar 'Lo imposible'. Me preocupé. Como digo siempre, los directores ya tenemos el ego suficientemente grande y no necesitamos más premios para que crezca. El Goya a la mejor película no es nominativo, se lo dan a todas las personas que aparecen en los créditos, al público y a los medios. Yo quería ganar la final, que la afición se alegrara y se sintiera orgullosa de ella.

-¿Le ha quedado una espinita?

-Sí, pero no por el Goya a mejor director, sino porque Ángela Molina no se ha llevado el de actriz de reparto ni mi montador, Fernando Franco. Soy muy aita (padre) y quería que todos mis niños se llevasen su Goya. El mío de director era secundario.

-¿Cómo vivió el momento surrealista del Goya a la canción original, que se adjudicó por error a 'Los niños salvajes'?

-Todo era surreal, empezando porque un bilbaíno haya escrito una bulería para una cantante catalana. Me dieron mucha pena los chicos que pensaban que habían ganado, porque ellos se dedican a la música. Para mí era como un divertimento, no solo escribir el guion sino también las letras de las canciones, que intenté que fueran narrativas.

-¿Qué le pareció la gala?

-Las galas se ven muy diferentes desde dentro. Estuve en un estado de tensión permanente, esperaba que se abrieran dieciocho sobres sorpresa. La gala fue como el cine: hubo de todo. Hay películas de terror, de acción, comedias... Para mí estuvo en su medida justa de humor y crítica. Por alguna razón no pudimos bajar de las dos horas y media.

-¿No le pareció demasiado reivindicativa?

-De alguna manera, por el hecho de hacer cine ya tenemos una visión del mundo. Nuestras películas siempre son políticas hablemos de lo que hablemos. Y como hablamos de lo que conocemos somos una especie de altavoz de la opinión pública. Creo que una parte de la gala fue política, pero al final vivimos la gran fiesta del cine español. Una celebración de un año de buen cine.

-Fue de los contados que no hizo pronunciamientos políticos.

-Estaba nerviosísimo. Cuando escuché mejor película 'Blancanieves' mezclé cosas que tenía preparadas. Más que una reivindicación intenté decir con un par de frases, que somos una industria. Y que tenemos que hacer películas por nuestro público y por nuestras familias. Hay que producir. Bayona también insistió en que tenemos que rodar filmes, de 30 millones, de tres y de 300.000. Entre todos tenemos que salir de esta, hay luz al final del túnel. No miremos hacia atrás, porque entonces nos vamos a caer. Mi visión del mundo siempre es positiva y de esperanza.

- Gritó «¡Viva el cine libre!».

- Es una consigna que nació en San Sebastián cuando Javier Rebollo, Fernando Trueba y yo competíamos y nos fuimos a comer. Ellos lo dijeron al recoger su premio en el festival. Enlaza con el mensaje de Enrique González Macho de que el cine no pertenece a ningún partido ni puede tener temas tabú. Yo hablo de toros y flamenco sin ser taurino ni flamenco.

-¿Se sintió identificado con las duras palabras del presidente de la Academia?

-Totalmente. Enrique es productor, distribuidor y exhibidor. Un tipo inteligente que lleva muchos años en esta industria y un luchador que sabe defender los intereses suyos, que son los de todos. Estamos muy orgullosos de él, por pelear por nuestros derechos e intentar que el cine español sea de todos, no de un lado ni de otro.