Tambores, martillos con pitos y serpentinas son algunos de los puestos que más abundan en estas fiestas. | C. C.
SAN FERNANDO

Cuando la necesidad aprieta

SAN FERNANDO. Actualizado: Guardar
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Juan Fernández no quiere dar su nombre real por miedo a que lo que le ha pasado repercuta en el cobro de la ayuda familiar. Con esos 426 euros tiene que tirar para pagar la casa, las facturas y la comida de su familia. No llega y por ello busca otras formas con las que conseguir algo de dinero. El Carnaval se presentaba como una buena ocasión para ello. Intentó conseguir un permiso de venta ambulante, pero para obtenerlo tenía que hacerse autónomo. Por ello decidió arriesgarse, antes que pagar a la Seguridad Social y Hacienda, ya que lo que pretendía era vender erizos y ostiones aprovechando la fiesta. Montó su puesto junto a otros vendedores ambulantes ilegales. Finalmente la Policía hizo acto de presencia y les quitó a todos las mercancías y lo desalojaron de allí.

Al igual que Juan Fernández son muchos los que buscan la manera de conseguir algunos euros de más vendiendo desde comida a productos de segunda mano en la calle. Es una práctica cada vez más habitual en la ciudad y se puede ver en medio de la calle Real, ya que cada vez hay más puestos en el mercadillo improvisado de segunda mano que allí se coloca casi todos los días. A ello hay que sumar las personas que se ponen en las esquinas de las calles comerciales para vender ajos, frutas o pescado.

Lo que para algunos es una solución para otros es un problema cada vez mayor. En este sentido los detallistas del mercado piden una revisión de la venta ambulante en la ciudad, ya que en muchos casos consideran que les perjudica, pues ellos tienen que hacerse cargo de unas tasas muy altas y encima afrontar una competencia desleal provocada por los que deciden vender por la calle.