La actriz de la copla
Las nuevas generaciones del flamenco y la canción española destacan su interpretación «desgarrada y visceral» Marifé de Triana fallece a los 76 años en Benalmádena
MÁLAGA.Actualizado:Dice Diana Navarro que cuando cantaba «nadie podía dejar de mirarla». Estrella Morente se recuerda de niña imitándola mientras interpretaba 'La loba'. Y Pasión Vega la considera una «maestra». Para el mundo de la copla y también del flamenco, se ha ido un «referente», la cantante a la que todos llamaban la «actriz de la copla». Marifé de Triana falleció ayer en el Hospital Xanit de Benalmádena (Málaga), muy cerca del lugar que eligió para vivir sus últimos años, Torremolinos. Los coletazos de un cáncer que parecía superado han acabado por derrumbar a esta 'Torre de arena' de la copla a los 76 años. La capilla ardiente se instalará en el Ayuntamiento de Torremolinos, por expreso deseo de la artista en vida.
Se va «una de las grandes», pero quedará para siempre su voz en cientos de coplas que ella incorporó al repertorio de la canción española. Calculan que más de 500. Fue 'Torre de arena', de Lladrés, Manuel Gordillo y Sarmiento, el título que le abrió las puertas del éxito a mediados de los cincuenta, la canción que la convirtió en una estrella de la peineta y la bata de cola con cifras de ventas poco frecuentes en la época. Después vendrían muchos más triunfos, coplas que son ya clásicos y que firmaron, en su mayoría, el trío de maestros Antonio Quintero, Manuel Quiroga y Rafael de León.
'La loba', 'La gente', 'Señora vecina', 'En una esquina cualquiera', 'Romance de Zamarrilla', 'Encrucijada', su popular versión de 'María de la O'... «Hay algunas canciones que según las nombras te acuerdas de ella», señala Estrella Morente, para quien Marifé de Triana era «la voz más flamenca» de la copla, «la más cantaora». «Mi padre siempre lo decía», añade.
Pero si por algo pasará a la historia la cantante sevillana será por su forma de estar en el escenario. «Su manera de vivir cada copla era una clase maestra de interpretación», apunta Diana Navarro, que siempre ha confesado su admiración por la artista. En opinión de la malagueña -de gira con el espectáculo de copla 'Azabache'- Marifé de Triana aportó al género «la interpretación más desgarrada y visceral». «Hacía una obra de teatro de cada canción. Era alucinante verla, era un animal de escenario», añade su compañera en 'Azabache', Pasión Vega. Para ella fue una «gran maestra», una cantante de voz cristalina y «enorme personalidad». «De las últimas grandes damas de la copla que nos quedaban», resalta.
Esa teatralización de las letras le valió el título de «actriz de la copla». A lo largo de su dilatada carrera rodaría solo un par de películas, pero hace unos años, en una de sus esporádicas apariciones públicas, confesó que su «gran ilusión» hubiera sido ser actriz. En lo personal, quienes estuvieron a su lado destacan su simpatía, su dulzura, su humildad... «Siempre nos trató con cariño, dándonos buenos consejos», declara Pasión Vega.
Marifé de Triana ha dejado huella en las nuevas generaciones de la canción española, pero también se ganó el respeto y la admiración de sus coetáneos. «Puso la copla en su sitio. Tenía una fuerza muy grande sobre las tablas», recuerda el cantaor malagueño Emi Bonilla. Se conocen de «toda la vida». Empezaron juntos en los primeros años cincuenta el teatro ambulante Soria y después en el Teatro Chino de Manolita Chen, con el que recorrieron el país. Recuerda a una joven Marifé de Triana con muchas ganas de actuar y escaso repertorio que, pasito a pasito, fue subiendo escalones hasta llegar a lo más alto.
Apenas era una adolescente, pero María Felisa Martínez López siempre supo que quería cantar. No nació en Triana, sino en el pueblo sevillano de Burguillos, en 1936. Pasó unos años en el popular barrio sevillano, y de allí tomó su nombre artístico. Su primer disco se publicó en 1956, 'Canta'; cuarenta años después vería la luz el último, 'Porqué...' (2001).
Se apartó de las cámaras y se concentró entonces en su vida privada, en su retiro de la Costa del Sol, a la que llegó hace más de dos décadas, como otra grande del género, Imperio Argentina. Málaga le reconoció el gesto nombrándola abanderada de la Feria en el año 2000; en 2003 recibió el título de Turista de Honor de Torremolinos y en Málaga recogió en 2011 la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo. Un reconocimiento que para algunos llegó tarde -hubo quien lamentó que no se le hubiese otorgado la Medalla de las Bellas Artes- pero que ella recibió con emoción. «Nunca he sido amiga de trofeos, pero este me llega al corazón», confesó. Y añadió: «El mérito no es solo mío, todo lo que he conseguido ha sido con la ayuda de Dios y de maestros que me han hecho coplas inconmensurables». Siempre humilde. Como las grandes.