Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
MUNDO

Estalla el cielo sobre los Urales

Fragmentos de un meteorito dejan un millar de heridos y destrozan miles de cristales en el invierno ruso

Actualizado:

La violencia de la explosión fue tal que quienes no vieron la estela en el cielo pensaron que se trataba de un atentado terrorista. Internet se llenó de inmediato de testimonios y vídeos grabados en móviles y en las cámaras instaladas en los vehículos para contar con pruebas en caso de accidentes, algo muy de moda ahora en Rusia. Konstantín Zhárinov, un escritor y periodista de Cheliábinsk, cuenta en su blog cómo vivió un suceso que pudo acabar en catástrofe: el impacto de un meteorito de gran tamaño, desintegrado en «pequeños fragmentos», en una zona de 3,5 millones de habitantes en los Urales. «Estaba frente al ordenador cuando sentí un fuerte resplandor en la calle y, pocos segundos después, una fuerte sacudida. El sonido de la explosión llegó más tarde. Los cristales saltaron por los aires».

La lluvia de meteoritos se precipitó de madrugada sobre las regiones rusas de Cheliábinsk, Kurgán, Tiumén, Svédrlovsk y alcanzó también el norte de Kazajstán. Todos los cuerpos espaciales se desintegraron al entrar en la atmósfera a excepción de uno, el más grande, que cayó sobre Cheliábinsk en varios trozos. En la capital de la región, el impacto destrozó los cristales de los edificios de la céntrica calle Lenin y arrasó el almacén de una factoría de galvanizados de zinc. Las autoridades cifraron en 100.000 metros cuadrados los cristales que saltaron por los aires en toda la región, lo que dejó a miles de residentes sin protección en el invierno ruso.

Según el Ministerio del Interior, cerca de 950 personas resultaron heridas, entre ellas decenas de niños que precisaron asistencia con cortes y lesiones por desprendimientos. El siniestro obligó a hospitalizar a 12 menores y 34 adultos, de los que uno se encuentra grave y otros dos en cuidados intensivos. Nunca antes un meteorito había provocado tantas víctimas porque es inhabitual que caigan en zonas pobladas. En la mayor parte de la superficie del planeta no hay ciudades.

30 kilómetros por segundo

El gobernador de Cheliábinsk, Mijaíl Yurévich, cuantificó los daños en más de 1.000 millones de rublos (25 millones de euros). Según sus palabras, el edificio que sufrió mayores desperfectos fue el palacio para deportes de hielo. Varios barrios de Cheliábinsk capital se quedaron sin suministro de gas porque la explosión del meteorito activó el sistema de seguridad que bloquea las tuberías. También hubo cortes en las líneas de telefonía móvil.

En el momento del impacto, según Roscosmos, la agencia espacial rusa, el pedrusco viajaba a una velocidad de 30 kilómetros por segundo. El Ejército dio cuenta de haber encontrado un cráter de seis metros de diámetro, producido por uno de los fragmentos, junto al lago Cherbakul.

El presidente ruso, Vladímir Putin, ordenó al Ministerio de Protección Civil que prestase ayuda «inmediata» a los damnificados. Las unidades de salvamento llegaron a movilizar a más de 20.000 personas. «No sólo la economía es vulnerable, sino también el planeta», dijo el primer ministro, Dimitri Medvédev, al que el siniestro sorprendió en un foro económico en la región siberiana de Krasnoyarsk.

Según las autoridades, el impacto del meteorito no aumentó la radiación. Cheliabinsk alberga, desde la época soviética, varios centros nucleares. Durante un programa de televisión, un experto se congratuló de que el siniestro no alcanzase ninguna de las instalaciones. Lo contrario, admitió, «habría sido una verdadera catástrofe». El espacio televisivo recogió críticas por la falta de previsión de los observatorios astronómicos. Uno de los especialistas invitados aseveró que el «objeto cósmico era demasiado pequeño y venía del lado del Sol, lo que impidió una detección temprana». Los astronautas de la Estación Espacial Internacional no advirtieron el fenómeno porque en ese momento sobrevolaban Nueva Guinea.

El 30 de junio de 1908 un meteorito cayó en Siberia, cerca del río Podkámennaya Tunguska. La deflagración fue de una potencia 185 veces superior a la bomba de Hiroshima.