El círculo del Papa aguarda el desalojo
Benedicto XVI se rodeó al final de su mandato de un grupo de colaboradores que ahora afronta un futuro incierto
MADRID.Actualizado:Con la renuncia de Benedicto XVI se va también toda una estructura de poder, un gobierno ineficaz sembrado de discordias entre departamentos y cuyos componentes cesarán en sus cargos cuando Ratzinger abandone formalmente su ministerio. No es el caso del camarlengo, Tarcisio Bertone. Este cardenal, que aglutina todas las críticas y sale muy mal parado tras la lectura atenta de los papeles de 'Vatileaks', asumirá la gestión provisional del Vaticano desde el 1 de marzo, fecha a partir de la cual permanece vacante la silla de Pedro. El terremoto que sacudió el Vaticano obligó al Papa a rodearse de hombres de confianza, ajenos a las disputas y maniobras entre las facciones de la Curia. Su destino depende ahora del nuevo pontífice que salga del cónclave. Lo lógico es que sean reemplazados, pero el Papa desearía que se mantuviera en el puesto un miembro destacado de su 'guardia pretoriana', el nuevo cancerbero de la ortodoxia de la fe, el arzobispo Gerhard Ludwig Müller.
El gobierno del Vaticano es un mecanismo sin engrasar. Pesado, gigantesco, inoperante. El ejercicio colegiado del poder es una ilusión. Benedicto XVI se marcha sin haber acometido la reforma de la Curia, la gran asignatura pendiente de su pontificado. Se marcha sin haber resuelto el problema, como tampoco lo hizo su predecesor, Juan Pablo II, que mantuvo una inhibición similar a la de Ratzinger ante el rampante desgobierno eclesial.
A finales de 2012, Joseph Ratzinger dio una serie de pasos para marcar distancias con Bertone, a quien se atribuye el atesorar más poder que el propio Papa. Benedicto XVI apostó por un cambio de rumbo en la maquinaria vaticana y empezó a colocar a hombres más independientes de la burocracia de la Curia. Así, Jean-Louis Brugues, que había dirigido la Congregación para la Educación Católica, se hizo cargo de la Biblioteca y Archivo Secreto Vaticano. Otro de los nombramientos que obedecían a ese golpe de timón es el de Vincenzo Paglia, hombre con un acreditado bagaje en el diálogo ecuménico y en la ayuda a los pobres. Paglia asumió la dirección del Pontificio Consejo para la Familia. El obispo estadounidense Augustine di Noia, el inglés Arthur Roche, el tanzano Protase Rugambwa y el polaco Krysztof Josef Nykiel vinieron a dar nuevos aires en departamentos menores.
El gran cambio se produjo en julio de 2012 con la designación de Gerhard Ludwig Müller nuevo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, uno de los grandes órganos de poder de la Santa Sede. Su nombramiento se interpreta como un deseo de dotar de continuidad a la vigilancia de la ortodoxia que imprimió Ratzinger en este dicasterio. La misión de este obispo germano se considera el testamento teológico de Benedicto XVI, un legado que al Papa dimisionario le gustaría se conservase.
Müller es un estrecho colaborador del papa alemán, en el que tiene absoluta confianza, como lo demuestra el hecho de que edita en alemán todos los textos del pontífice. El prelado Müller preside también la pontifica comisión Ecclesia Dei, que tutela el diálogo, siempre erizado de dificultades, con las comunidades tradicionalistas, como los lefebvrianos.
Sin embargo, Müller no goza de las simpatías de Bertone, a quien algunos atribuyen un intento de desacreditarle aireando su amistad con Gustavo Gutiérrez, uno de los padres de la teología de la liberación. Nada más lejos que de la realidad ubicar al prefecto en el ala progresista de la Iglesia. El teólogo, en el plano doctrinal, está hecho a imagen y semejanza de Ratzinger. Otro hombre de confianza del Papa es el cardenal suizo Kurt Koch, responsable del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos desde 2010. Experto en el acercamiento del catolicismo a otras religiones, es un teólogo cercano a la revista 'Communio', cofundada por Joseph Ratzinger.