Mentiras de un Casanova del siglo XXI
Ángela Becerra ambienta en Sevilla una historia mágica de sentimientos extremos y alto voltaje erótico
Actualizado:«El odio es tan fuerte o más que el amor. Como la pasión, tiene mil caras. Puede adueñarse de alguien y dominar su vida de principio a fin». Lo dice Ángela Becerra (Cali, 1957) narradora colombiana anclada en España y en el «idealismo mágico» que regresa a la arena editorial con 'Memorias de un sinvergüenza de siete suelas' (Planeta). Es una novela de «sentimientos extremos» que protagoniza «un canalla integral» y que pivota entre el amor y el odio más viscerales. Es la sexta en la carrera de Becerra, jalonada de galardones como el Azorín o el Planeta-Casa América.
Recrea a «un Casanova del siglo XXI», todo un granuja que además de embaucar damas, engaña, estafa «para exhibir como un pavo real sus plumas los trofeos de cada conquista y cada trampa». Becerra se inspiró en alguien «real y encantador», un tipo muy seductor al que trató en un carnaval de Venecia «y que asumió la personalidad de su disfraz de Casanova». Armó el personaje tomando elementos de muchos granujas, canallas y amorales estafadores y gracias a un testimonio privilegiado. «Conocí a otro Casanova que me hizo partícipe de sus trucos y secretos de alcoba, de sus infalibles armas para seducir a unas mujeres que abandonando como colillas. Me abrió su cerebro y su retorcido corazón» explica.
Del cóctel de malvados seductores extrajo a su protagonista, Francisco Valiente, un embaucador «con el ego por las nubes y la autoestima por los suelos, que se nutre y asquea al tiempo de las conquistas que encadena». Es «un refinado villano, un farsante sublime capaz de deslumbrar a los eruditos, seducir a las mujeres, saquear a los ricos, engañar a los más listos y corromper a los políticos». Le dan la réplica dos mujeres, Alma y Morgana, «seres contrapuestos y con enorme fuerza», una con el corazón limpio y apasionado y otra carcomida por el odio. «La novela habla, por desgracia, de una realidad que conocemos muy bien y que tenemos ante las narices. No hay más que ver la prensa, plagada de historias de grandes tramposos, extranjeros y autóctonos», dice Becerra. Ha trufado esta historia de corrupción y engaños con «odio, amor, venganza, ira, un erotismo a veces salvaje y bastante humor». «Pretendo denunciar a través de la sátira, mediante tres puntos de vista, la doble moral y la falta de escrúpulos imperantes y llevando a los extremos las pasiones humanas», afirma.
Filo de la navaja
Los pasajes de alto voltaje erótico ha sido una prueba de fuego. «Te mueves en el filo de la navaja y es muy fácil perder el equilibrio. Detesto la vulgaridad. No caer en ella es mi horizonte. Esos voluptuosos instantes han de tener un punto de poesía, de delicadeza y sensualidad que no les reste fuerza. Es un ejercicio de lirismo en el que debes hilar muy fino y elegir palabras que acaricien el momento y no hieran ni golpeen al lector», dice la escritora colombiana.
«Sevilla es luminosa, colorista, mágica y cautivadora» justifica su elección como escenario de una ciudad en la que encajan además los dos mundos en los que se mueven los personajes. «El Guadalquivir parte la cuidad entre los que tienen y los que no tienen» apunta. «Es una ciudad plena de historias, tradiciones, ritos y pasiones; de arte en todas sus expresiones».
Para empaparse de esa magia Becerra se «pateó» la capital andaluza, estuvo en la semana santa y en su feria de abril. Incluso se hizo rociera y peregrinó los polvorientos camino almonteños. «Solo en un escenario tan lujurioso podría darse esta historia», asegura la escritora, que llena de símbolos el universo mágico tan propio de los narradores colombianos. «Están en nuestro imaginario, en nuestro ADN. Yo he visto llover sapos o hacerse la noche en pleno día; no me resulta extraño que alguien decida echar raíces sobre el asfalto para no abandonar su tierra, o que una familia, como contó un diario colombiano, decida mantener a la abuela embalsamada en una mecedora y sentarla a la mesa en la que la familia come cada día. O que un sauce llore hasta inundar el parque de María Luisa, como ocurre en la novela», enumera.