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DISCURSO DEL ESTADO DE LA UNIÓN

Una partitura cuidada por todo un equipo

El presidente Obama pronuncia el primero de sus mensajes ante el Congreso de su segundo mandato

RAQUEL GODOS (EFE)
WASHINGTONActualizado:

El discurso del Estado de la Unión en EE UU es una suerte de "interpretación orquestal", en la que el presidente actúa como director, pero cuya partitura está tremendamente cuidada por todo un equipo de profesionales: los escritores de discursos.

Hoy el presidente Barack Obama se enfrenta al primero de los discursos ante el Congreso de su segundo mandato, una intervención sobre la que todos tienen puestos los ojos, ya que desvelará las pautas de sus próximos años de gobierno.

"Es increíble asistir al discurso en la Cámara, porque ves al presidente actuando como un director de orquesta, intentando elevar los ánimos de los demócratas, aguantando a los republicanos. E incluso los republicanos aguantándose en las sillas cuando están de acuerdo en algo de lo que están oyendo", ha explicado Jeff Shesol, escritor de discursos para el expresidente Bill Clinton (1993-2001).

En una charla celebrada en el Bipartisan Policy Center de Washington, cuatro exescritores de discursos presidenciales han descubierto algunos de los secretos de esos textos, en los que trabajan "durante meses". "Es bueno asistir a las reuniones, hablar con los asesores por los pasillos, charlar con los expertos. Todos ellos saben infinitamente más de política de lo que nosotros podemos saber, y es una buena manera de saber qué y cómo hay que explicar lo que el presidente quiere decir", ha añadido Adam Frankel, quien fuera escritor de discursos para Obama. El discurso del Estado de la Unión, es, en palabras de otro escritor para Clinton, Don Baer, el momento más importante de diálogo entre el presidente y los estadounidenses, y la cantidad de cosas a las que se hacen referencia en él requiere "toneladas de trabajo".

Pero aunque ellos escriban lo que un presidente va a decir al país e incluso al mundo, John McConnel, escritor para George W. Bush durante sus dos mandatos (2001-2009), advierte de deben tener muy claro que ellos no van a dar el discurso y que es necesaria la abstracción. "Imaginas cómo sonarían las palabras en su voz, qué gestos acompañarían a la alocución (...) Pero nosotros no participamos del entrenamiento del lenguaje corporal, aunque a veces te dan ganas", ha añadido McConnel.

Momentos de pánico

Las anécdotas que han reunido estos cuatro "escritores presidenciales" son innumerables, muchas de ellas relacionadas con la improvisación de su "jefe" o con fallos de la tecnología. Baer ha narrado entre risas cómo en la Convención Demócrata donde fue reelegido Clinton como candidato en 1996, las pantallas laterales del telepromter (el aparato destinado a proyectar los discursos para que puedan ser leídos por el ponente) se fueron a negro y el presidente supo superar la situación, aunque al propio Baer lo atenazó el pánico. "He dedicado gran parte de mi tiempo en este trabajo a supervisar a los técnicos del telepromter", ha bromeado.

Pero a veces son los mismos presidentes quienes se van por las ramas y, con apuntador o sin él, no siguen "el guión". "Cuando peor lo pasas es cuando ves que se ha salido del texto y no ves cómo va a volver a enlazar otra transición (temática)", ha confesado McConnel, aunque los escritores de Clinton y Obama coinciden en que al final sus jefes siempre supieron cómo llegar. "Aunque no se hayan leído el discurso antes de comenzar, nadie mejor que ellos sabe ante qué audiencia están, en qué lugar, y qué quieren transmitir", ha puntualizado el escritor para la Administración Bush.

Estilo

El estilo de los discursos debe estar relacionado con la personalidad del presidente que los va a pronunciar, pero además, han explicado, ha de contar con frases que calen en el público. "Cuando te sientas a escribir frases con fuerza, que buscas que lo sean, muchas de ellas terminan no siéndolo. Y viceversa", ha añadido.

Frankel ha relatado que Obama le despertó un domingo a las 5 de la mañana para citarse con él en el Ala Oeste. El presidente estaba repasando un discurso escrito por él. "Cuando llegué, todos los papeles estaban llenos de borrones y anotaciones en negro (...) Pero te das cuenta de que no importa, porque estás trabajando como escritor para un tipo que es mejor escritor que tú", ha confesado.