Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Sociedad

LA BARCA SE MUEVE

FERNANDO GARCÍA DE CORTÁZAR HISTORIADOR
Actualizado:

Ayer, de repente, los debates sobre la salud del Papa, sobre su dimisión voluntaria o forzada, sobre el relevo, más o menos próximo, se acallaban. Benedicto XVI, el hombre de la permanente búsqueda del diálogo de la razón y la fe, a la vista de la debilidad de sus fuerzas para conducir la barca de Pedro, dimitía de sus responsabilidades. Desde finales del siglo XIII ningún otro Papa había seguido el ejemplo de Celestino V, quien, después de cinco meses de ejercicio del pontificado, libremente había renunciado a la tiara y se había vuelto a su celda de ermitaño. Hoy es un día grande para la Iglesia, el momento histórico en que el gesto del Papa expresa que ni el poder espiritual se puede salir del guión humano, del expediente de la quiebra de la salud, del sumario de la vejez. Otros Papas han podido creer que se abrazaban con más ardor a la cruz de Cristo no abandonando el solio hasta que la muerte los retiraba. La propia Iglesia ha sido víctima de tal pretensión, de semejante renuncia a seguir el camino humano de otras instituciones, donde la jubilación se contemplaba como un trance normal, como un cauce de los nuevos bríos que debían impedir el estancamiento de la sociedad.

No sabemos qué presiones, en una dirección u otra, habrá recibido Benedicto XVI de su Curia, auténtica maquinaria político-administrativa encargada de velar por el funcionamiento material de un destino espiritual. Lo que sí sabemos es que Benedicto XVI confía en que su sucesor, menos achacoso que él, tendrá fuerzas para devolver la capacidad de esperanza, de caridad y de fe a un mundo cuya salvación también depende de un liderazgo imaginativo y de una energía suficiente para remover las viejas rutinas y los anacronismos de la Iglesia.