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Berlusconi durante un acto de campaña en Roma. :: A, SOLARO / AFP
MUNDO

Los últimos sondeos antes del veto dan a Bersani un triunfo lleno de incógnitas

La incierta victoria en el Senado y el ascenso de Grillo complican los pronósticos en las elecciones italianas

ÍÑIGO DOMÍNGUEZ
ROMA.Actualizado:

Italia miraba ayer los últimos sondeos antes del silencio electoral, en los quince días anteriores a los comicios, y no salía de dudas sobre lo que pasará el 24 y 25 de febrero. Las elecciones generales más importantes en décadas, que pueden reescribir el mapa político, son rematadamente complejas. El ganador será, coinciden las encuestas, el Partido Demócrata (PD) de centroizquierda de Pierluigi Bersani, en coalición con la formación de extrema izquierda SEL (Izquierda Ecología y Libertad) de Nichi Vendola, gobernador de la región de Puglia. Aventajarían entre cinco y siete puntos al bloque de centroderecha del eterno Silvio Berlusconi. El problema está en cómo se cuentan las papeletas. En la Cámara de Diputados el PD gozará de una holgada mayoría absoluta, pero en el Senado, con un sistema distinto, quizá no la consiga.

Berlusconi, monstruo mediático de las campañas, ha conseguido arañar hasta cinco puntos desde que anunció su retorno en diciembre. Disparando cada día una tontería más gorda -la última, la promesa de cuatro millones de empleos- ha acaparado en todo momento la atención mediática. Bersani, que se veía ganador sin mover un dedo, entretanto ha perdido unos cuatro puntos y ha llegado a asustarse. Sin embargo, los analistas aseguran que la situación no cambiará mucho. Aunque hay un 25% de indecisos.

Lo decisivo es el Senado y dependerá sobre todo del llamado 'Ohio italiano', por el estado de EE UU clave en la carrera a la Casa Blanca. En este caso es Lombardía. El reparto de escaños del Senado se hace por regiones y el primer partido se lleva la mayor parte. El territorio de Milán es el más grande y con más parlamentarios, y una victoria de Berlusconi en el que, por otra parte, ha sido su feudo, podría dejar a Bersani sin mayoría. Si es así el PD deberá pactar con alguien y será, sí o no, el nuevo partido de Mario Monti. Un Gobierno de coalición de Bersani y Monti es una posibilidad muy real, aunque arrastrará el lastre de todos los Ejecutivos italianos: la convivencia de siglas muy distintas, de comunistas a democristianos, la belicosidad interna y el inevitable consenso en soluciones intermedias y poco radicales. Que no es lo que necesita Italia.

El primer ministro técnico, colocado de forma provisional en noviembre de 2011 tras caer el Gobierno de Berlusconi y que ha decidido quedarse en la política, será decisivo. Los sondeos le conceden un 13-16%. Ha sido curioso ver la transformación de Monti: se ha esforzado por dejar su aspecto hierático volviéndose agresivo contra la vieja clase política e intentando humanizar su figura. Acaricia perros en la tele y en su vídeo electoral sale jugando con los nietos al Lego. Pero al entrar en el mamoneo de la política, cuando siempre dijo que jamás lo haría, su popularidad ha caído. Además en la coalición que le respalda están escondidos dos dinosaurios como Casini y Fini, que llevan en esto desde 1982. De hecho aún no se han hecho ni una foto juntos.

Hay muchas más variables imprevisibles. La mayor es el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) del cómico Beppe Grillo, el fenómeno político de los últimos años.