Miles de tunecinos despidieron el cadáver del dirigente opositor Chokri Belaid en su barrio natal de Djebel Jelloud, en la capital del país. :: FETHI BELAID / APF
MUNDO

Túnez pide una «segunda revolución»

Miles de personas toman las calles en una jornada de huelga general para despedir al opositor asesinado

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Túnez despidió al líder opositor Chokri Belaid entre botes de humo y gritos de protesta contra el Gobierno. Las palabras de las autoridades islamistas pidiendo calma y negando cualquier implicación en el asesinato el miércoles del abogado y líder del Movimiento de los Patriotas Demócratas no han tranquilizado los ánimos de una parte de la población que un día más pidió a gritos «una segunda revolución».

Miles de personas se echaron a las calles en una jornada de huelga general convocada por el mayor sindicato del país, la Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT), para dar el último adiós a Belaid en un funeral que se alargó durante todo el día y cuyo epicentro fue Djebel Jelloud, barrio situado en la periferia de la capital donde nació el político. Aquí se registraron los primeros incidentes y cargas policiales a las puertas del cementerio, pero más tarde la protesta se extendió hasta el céntrico Bulevar Bourguiba, donde se encuentra el Ministerio del Interior, y allí se escucharon los mismos eslóganes que hace dos años tumbaron a Zine el-Abidine Ben Ali, aunque esta vez contra un Gobierno elegido de forma democrática hace dieciséis meses.

Los medios tunecinos subrayaron que desde el funeral precisamente de Habib Bourghiba, primer presidente tras la independencia de Francia fallecido en 2000, el país no había vivido una ceremonia de esta magnitud. También se registraron protestas en Gafsa, capital de la cuenca minera del país donde más apoyo tenía Belaid, y en Sidi Bouzid, cuna de la revuelta que en enero de 2011 acabó con Ben Ali. Belaid dirigía un partido minoritario que obtuvo tres diputados en las elecciones, pero su rostro era muy popular debido a sus constantes apariciones en televisión y a un discurso radical frente a las autoridades islamistas, decía lo que otros políticos de la oposición pensaban, pero callaban. En vísperas de su asesinato acusó directamente a seguidores de Ennahda, brazo de los Hermanos Musulmanes en Túnez y fuerza más votada en las pasadas elecciones, de atacar las concentraciones de su formación.

Sin miedo

Ningún grupo ha reivindicado su muerte, pero sus familiares y amigos más cercanos acusan abiertamente al Gobierno. «Mi hijo es un hombre que ha vivido con coraje y de forma digna. Nunca ha tenido miedo, se ha ido como un mártir por su país», fueron las palabras de Salah Belaid, padre del abogado, recogidas por los medios locales ante un féretro cubierto con la bandera nacional. El asesinato de este opositor ha provocado un caos político en la recién nacida democracia del país que abrió el camino de las revueltas contras los dictadores del mundo árabe. El miércoles a última hora el primer ministro, Hamadi Jebali, se dirigió a la nación para anunciar la formación de «un Gobierno de unidad formado por tecnócratas», extremo en el que volvió a insistir tras la marcha fúnebre, aunque su partido ya ha adelantado que no está dispuesto a tomar esta medida.

Medio centenar de diputados de las fuerzas de la oposición han decidido abandonar la Asamblea Constituyente en señal de protesta y Ennahda trata de superar este vacío con la formación de un frente común junto al Congreso para la República (CPR) y Ekkatol, las otras dos formaciones del Ejecutivo. El papel de la asamblea es fundamental para la nueva Constitución.

Enterrado Belaid y a la espera de que se aclare el panorama político, los opositores alertaron sobre la respuesta que los salafistas pueden dar a las últimas 72 horas de protestas contra Ennahda. Después de décadas de persecución los islamistas más radicales son cada vez más activos y, ante la pasividad de las autoridades, en Túnez se han repetido escenas como la interrupción por la fuerza de conciertos o películas y nadie olvida la exhibición de fuerza protagonizada en la Embajada de Estados Unidos en septiembre en señal de protesta por la película contra Mahoma.